Vacaciones capítulo VII: Good bye Lenin

Cuánto me gusta Berlín.
Es una ciudad fea, como destartalada, a medio hacer, pero con un ambiente especial. De todas las obras que hay en marcha en ella, y que seguirán en marcha mucho tiempo, muchas estaban relacionadas con el mundial, así que la han dejado todo lo niquelada posible para el evento. Curioso, que en agosto, siguiera habiendo voluntarios...
He decidido que lo adecuado es volver al menos una vez al año, de momento y hasta que las dos partes sean iguales... aunque creo que falta mucho para eso. Hay heridas que dejan cicatrices que se ven siempre.
Nueva Hauptbanhof, el mismo agujero delante de la Brandeburger Tor, nueva Plaza de la ópera, con un monumento emotivo a los libros quemados por los nazis, mismas grúas detrás de la Isla de los Museos... extraña mezcla.
Berlin, Berlin.
Nos lo pasamos bien. Logré llegar al albergue donde me esperaban A y P, después de que Easyjet decidiera cambiarme el vuelo del viernes al sábado por la mañana. Un albergue que recomiendo encarecidamente, porque era relativamente barato, y estaba muy bien! Además, había unos gatos monísimos en el jardín.
Nos hizo bastante malo, pero bueno, Berlin en agosto... Vimos el muro y comimos pizza, a falta una currywurst. Subimos en los autobuses normales que son turísticos (líneas 100 y 200, qué gran idea, estos alemanes...) y vimos el centro y la Gedachtnichskirche, y la albóndiga de agua... un buen tour. Por la noche, algunos componentes de la excursión, acabaron haciéndose fotos en pijama delante de la Puerta de Brandeburgo...
Al día siguiente, volvía a llover, pero vimos el Checkpoint Charlie y su nueva exposición de fotos, además de lograr comer la famosa currywurst (parece ser que existe una latente competición entre la currywurst hamburguesa y la berlinesa...). El caso es que salimos tarde de casa, pero dimos una buena vuelta por el centro, dejamos al componente alemán del grupo en el coche de vuelta a la ciudad más bonita de Alemania, y seguimos vagando por la enorme Berlín. Es difícil de entender que una ciudad tan grande resulte acogedora, pero estoy convencida de que es, de todas las capitales europea, la más vivible con mucho. Dos millones de habitantes, y ocho veces la extensión de París.
El día de la partida, ergo el lunes, claro, hacía un sol brillante... pero teníamos que coger un avión a Cracovia. Desde el aeropuerto de Schönefeld, le lancé un besito a Berlín. Algún día vendré para quedarme una temporada, te lo aseguro.

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