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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Colección de palabras

Me pasa desde que tengo uso de razón, me encantan las palabras. Creo que no tengo un patrón particular ( seguro que algún psicoanalista diría lo contrario, pero no les daré el gusto de meterse en esta cabeza mía, que ya tengo muchas cosas dentro ). Igual me gustan nombres, que adjetivos, que adverbios, concretos o abstractos, con significado positivo, negativo o neutro y en varios idiomas ( de los que hablo, de los que chapurreo y de los que ni entiendo ). No he hecho nunca una colección, porque eso significaría apuntar las palabras en alguna parte y mantener la lista añadiendo palabras que voy encontrando por ahí ( porque esa es precisamente la belleza del arte de la colección de palabras, como de la colección de calendarios, a diferencia de los cromos, siempre hay palabras nuevas! ), y soy un poco perezosa. Se me ocurre según escribo que tal vez podría tenerla en una página de internet (e so igual evitaría la tala de un árbol de Brasil, que no es poco ), ya veremos si me animo. Estoy

Historias para no dormir

Esta historia la oyó Filomenita en la radio... Se trata de un programa sobre animales, donde llama la gente a preguntar cosas, a contar monerías de sus animales caseros, y a presumir de lo ricos que son. En cada emisión hay un veterinario que responde dudas y hace comentarios, y en general el ambiente del programa es distendido y afable; se hacen bromas, se ríe, etc... Hace poco, entre las numerosas llamadas, pasaron la de una señora que explicó que se había traído una serpiente de Brasil y la tenía en casa. La había comprado en uno de esos sitios que les quitan el veneno, y le habían dado un certificado y todo. A la descripción ( con muchos colores, como de esta medida, pero creciendo relativamente rápido ), el veterinario dio el nombre ( del cual Filomenita no se acuerda exactamente y las búsquedas en google han sido infructuosas ), una boa nosequé. La señora explicó que ella, todos los días, volvía a casa del trabajo sobre las tres y media o las cuatro, ya habiendo comido, y se echa

Ventanas al pasado...

Bueno, esta etapa de mi vida no la tenía demasiado planeada. Es uno de esos grandes hitos de la vida de cualquiera que yo no tenía registrado para que me pasara o pasase a mi, y por lo tanto nunca me había parado a imaginar cómo iba a ser. No es que las demás las haya planificado demasiado, pero eso es harina de otro costal. El caso es que después de haberme hecho con una solución habitacional ( con la sanísima intención de reunir mis siempre crecientes biblioteca y guardarropa y para que los Filomenitos puedan ver a los también siempre crecientes nietos con una frecuencia adecuada a sus aspiraciones abueriles ), pues ahora toca llenarla de cosas ( aunque la cosa está en suspenso mientras solucionamos los problemas de la banca; los míos, no los del país, que esos van para largo y se ven de color de hormiga ); y qué mejor manera de llenarla de cosas que sacarlas de casa de los Filomenitos ( que ahora ya no se podrán quejar de que el trastero está lleno de cajas con objetos no identifica