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Mostrando entradas de octubre, 2008

¿Sueñan los odontólogos con sonrisas de marfil?

Cuando trabajaba en la universidad, siempre me preguntaba qué clase de discreto encanto lleva a un chaval de dieciocho años a querer ser odontólogo ( venga! No es lo único con lo que se gana dinero! )... y nunca logré una explicación satisfactoria. Realmente, nunca hice una encuesta de población, y la pregunta se había quedado dormida en mí hasta que la otra tarde tuve el gran acierto de escuchar este podcast , que me abrió los ojos.  Todos tenemos preguntas en la cabeza; la felicidad consiste en encontrar la forma de responderlas. Ni siquiera en responderlas, pero en encontrar la forma de hacerlo.  Claro, la parte difícil (siempre hay un pero), es encontrar la pregunta en cuestión.... creo que este viaje me ha ayudado con eso, aunque es demasiado pronto para decirlo, me temo. 

Desde una película

Imagen
Después de mis últimas aventuras por el nuevo mundo, estoy convencida de que el cine americano es el más realista. Imagino que además de lo que, objetivamente, estoy viendo en este país, el hecho de venir de Guatemala tiene alguna influencia en mis percepciones... pero, dejando la cuestión de la inseguridad aparte ( se  puede ir con la cámra por la calle!!! ), creo que si hubiera estado aquí en vez de en Roma, tampoco habría podido encontrar ningún tópico desmentido. Ejemplo 1: Estoy en un bus ( transporte público!!! Si!!! Que se puede usar tranquilamente!! !) y entran, por este orden: una animadora, un militar, dos gordos, una panda de niños de instituto y tres mujeres hablando en español. Miro por la ventana para ver casitas de esas que salen en las series que duran media hora, y ahí están!!!! Sólo me queda una persecución... si observo atentamente por la ventana, seguro que la veo.  Ejemplo 2: Desproporcionado número de sonrisas perfectas. La segunda mañana uno se mira en el espejo

Transmitiendo...

A medida que sigo mi propio camino, más me meto en mi propio mundo, y más estoy sola. No solitaria, sino sola: cada vez menos personas comprender no mi día, a día, que es una utopía, sino mi contexto (si es que alguien lo ha entendido alguna vez, cosa que no sé). En consecuencia, a medida que me voy metiendo en este mundillo, tengo una mayor necesidad de comunicación (aunque la cosa no funciona porque cada vez tengo menos tiempo). No estoy diciendo nada nuevo, ni nada que no haya dicho aquí; la vida nos absorbe completamente, hasta el punto que a veces me pregunto si yo soy yo la que se pasa todo el día corriendo tratando de solucionar problemas y facilitar procesos (a veces, hasta lográndolo), o la que se sienta aquí a reflexionar y a escribir. Porque, para los que lo esteis pensando, no, no son la misma persona. Esta vez, me ha podido el deseo de comunicar, en una conjunción perfecta de hojas en blanco, tiempo libre y una relativa tranquilidad. En el fondo, uno escribe para sentirse

Cosas

Cosas absurdas, hiperútiles, curiosas e imposibles. Cosas que te solucionan problemas que ni siquiera imaghinas que tenías. Imagínate si no los hubieras resuelto. Suficientes cosas para llenar un catálogo de 267 páginas. Un reloj que solo marca los días de la semana, una colchoneta con calefacción para el perro (en varios tamaños)(la colchoneta, no el perro), un asador de galletas portátil, todo tipo de artilugios para descargar, ver e imprimir fotografías (y al lado de su foto, un ominoso recordatorio: ¡Imprima en un minuto recuerdos que durarán más de cien años!), un fusil que lanza nubes de algodón, todo tipo de luces navideñas, aparatos que juegan solos con el gato mientras su dueño hace otra cosa (¿ver la tele?), genuinas toallas turcas (de diseño europeo??), un taco para colocas los cuchillos en la cocina que elimina completamente los gérmenes, un globo terráqueo que está siempre actualizado, porque se actualiza por internet; el crucigrama más grande del mundo, para colgar en la

Back to life

Parece mentira, pero no... pasó mi tormenta particular.  Ayer presentamos el estudio que hacía tanto que me tenía atormentada, y que últimamente ya no me dejaba ni dormir... Si, lo sé, lo sé, aún está en versión borrador y hay que seguir trabajando, pero ya no hay stress... ya no voy a salir la última del edificio (los guardias se ríen no sé si conmigo o de mi), ni voy a tener una lista interminable de cosas que hacer antes del evento. Esta mañana me he despertado prontísimo, y por alguna razón, me he acordado de la primera vez que me desperté en Guate. Entonces todavía era Guatemala, no teníamos tanta confianza... la sensación era extraña... ahora esto es mi casa, conozco las calles, dónde están las cosas, las personas y los detalles, el contexto. Aquella mañana, que se parecía bastante a esta, no pensaba que me iba a sentir nunca integrada aquí y al ritmo de vida de este país. En aquella mañana, había una tensa expectación y en el fondo, la sensación de que todo era temporal; ahora,