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Mostrando entradas de marzo, 2009

Entry on duty date or on the road balad

Parecía que no iba a llegar nunca, pero llegó.  Si, si, todo llega, y lo sé, lo digo siempre, pero a veces es que no me lo creo ni yo... a veces me puede la impaciencia. Y eso que aprendí a aguantar... (y a hacer la casa por el tejado).  Estoy otra vez en la ciudad eterna, que me recibe como una vieja amiga. Me sigo conociendo sus rincones, está igual de decadente y de caótica que cuando me fui. De entre todos, eres la única que sabía que nunca cambiaría. La decadencia es lenta y parsimoniosa.  Las obras de remodelación siguen en los mismos sitios, claro que no las han acabado. Y quién quiere que las acaben? Lo importante de un viaje casi nunca es el destino final. No he visto ratas, me pregunto si seguirán galopando cual gacelas por los prados de la Piazza Cavour. Como en casa, las calles, las direcciones, las líneas de autobús y hasta me parece ver al misma gente por la calle. Los mismos turistas, eso siempre.  Te me habías ido olvidando poco a poco, como uno se acostumbra a un dolor

Parole, parole, parole...

Me sorprendo de lo fácil que es volver a hacer las cosas que a uno le gustan... y yo que lo había dejado quién sabe por qué. Si a mi me encanta estudiar idiomas... recuerdo cuando hacer dos idiomas por la tarde era lo único que de verdad me gustaba de tood lo que hacía... Pensad que estoy enferma si me encantan los objetos directos, los objetos indirectos, pasiva, el vocabulario... es que simplemente me gusta. Me gusta saber cómo es que piensan las otras personas, porque los idiomas son una ventana a la forma de pensar de las personas. Me gusta estar ahí, escuchando las nuevas estructuras, y sintiendo como las neuronas se me ponen contentas por el ejercicio.  No lo echaba de menos oficialmente... pero me encuentro a gusto. Que sí, que me alegro de no haber hecho filología, claro. Porque mi amor por las palabras va más allá de la filología, la verdad. El lenguaje cambia constantemente, es sometido a maltrato y a mal uso constante, y a pesar de ello, no nos las hace pagar... las palabras

La partida

Os debía este post, pero ha sido difícil de escribir, creedme. Más de lo que nunca pensé cuando leí el mail que me anunciaba mi nuevo puesto el mes de noviembre. Mucho más. Nada fue terriblemente mal. Todo fue conscientemente elegido y llevado a cabo ( ejecutado ) con esa manera fría y calculadora de cuando el estómago se me para y me dice: bueno, es la hora. Y me quedo corta cuando quiero explicar el nudo que se me hizo en el estómago cuando llegó el señor de la mudanza y me dijo: 417 libras. Cuando vi el apartamento vacío de nuevo. Porque se quedó vacío como si allí nunca hubiera habido nadie y como si nunca nos hubiéramos reído dentro. Cuando ví los edificios absurdamente altos de la zona 10 alejándose por última vez. Y lo escribo, y ni yo misma me creo estas palabras que veo en la pantalla. Porque ahora estoy en París, haciendo fotos a la torre Eiffel… pero aún no he asumido que no voy a volver de estas vacaciones. En esencia, porque no son unas vacaciones. Es una pausa antes de la

Paris, la ciudad de la luz

Llevo unos días durmiendo mucho, y eso es una señal. De qué, je ne sais pas. Perdonad mi francés, pero es que por fin he logrado empezar el curso. ¿Que no he esperado tanto? No, pero la verdad, no pensaba tener que estar tres días en blanco en París antes de empezar a refrescar mi francés, enterrado por la noche de los tiempos y por un esfuerzo   de hablar italiano sin acento ( tan inútil como bien logrado, dicho sea de paso ). ¿La consecuencia? Miles de fotos de esta ciudad que se acumulan en mi ordenador. Ya iré poniendo algunas, porque la creatividad está volviendo. Poco a poco. Es posible que el hecho de estar intentando pensar en varios idiomas a la vez sea lo que me hace tener taaaaanto sueño.  Es lo que tienen los cursos de idiomas; al menos en mi caso, hacen surgir ideas y conexiones extrañas dentro del cerebro. A la vez que siento cómo cada vez entiendo un porcentaje mayor de lo que oigo por la calle ( he vuelto a escuchar conversaciones ajenas en el autobús, bendito vicio