Paris, la ciudad de la luz

Llevo unos días durmiendo mucho, y eso es una señal.

De qué, je ne sais pas. Perdonad mi francés, pero es que por fin he logrado empezar el curso. ¿Que no he esperado tanto? No, pero la verdad, no pensaba tener que estar tres días en blanco en París antes de empezar a refrescar mi francés, enterrado por la noche de los tiempos y por un esfuerzo  de hablar italiano sin acento (tan inútil como bien logrado, dicho sea de paso). ¿La consecuencia? Miles de fotos de esta ciudad que se acumulan en mi ordenador. Ya iré poniendo algunas, porque la creatividad está volviendo. Poco a poco.

Es posible que el hecho de estar intentando pensar en varios idiomas a la vez sea lo que me hace tener taaaaanto sueño.  Es lo que tienen los cursos de idiomas; al menos en mi caso, hacen surgir ideas y conexiones extrañas dentro del cerebro. A la vez que siento cómo cada vez entiendo un porcentaje mayor de lo que oigo por la calle (he vuelto a escuchar conversaciones ajenas en el autobús, bendito vicio), noto cómo palabras en otros idiomas fluyen por mis venas. Por cada palabra en francés que resurge de donde quiera que estuviese enterrada, nuevas ideas salen de la aparente nada…. Sólo que no creo que salgan de la nada, más bien salen como mejillones pegados en los hilos de las sinapsis consecutivas…

Estoy alojada en un hotel raro. No tanto como otros que recuerdan ilustres visitas a esta misma ciudad (es lo que tiene viajar por el viejo continente con presupuesto limitado, que depara sorpresas indescriptibles en materia de hoteles), pero sí ciertamente extraño, y en el que creo que no hay un solo francés, aunque todo el mundo dice bonjour, bonsoir y excusez-moi por los pasillos. Que son estrechos y largos, como en las películas de miedo, aunque el lugar, por no dar, no da ni miedo. Cómo hacen que esto huela a gato todos los días, si gatos no he visto ni uno? Espero saberlo antes de irme, porque es uno de esos secretos que uno querría averiguar para contárselo a sus nietos.

Hace ya muchos días que nadie me pregunta qué tal estoy. Mejor, porque ni yo misma lo sé. Después de una semana larga que salí de Guate, creo que empiezo a ver las cosas en perspectiva. No en demasiada perspectiva, porque es lo que tenemos los miopes, que tenemos problemas para ver las cosas a distancia. Pero por lo menos empiezo a ver el conjunto de las cosas. Los trámites se van ordenando en mi cabeza. Esa sensación de frío en la boca del estómago: se hacen las cosas porque hay que hacerlas y aquí no se discute más. 

Y ahora, después de haber aprendido cosas útiles en francés (tales como: participar en una reunión, cosa que seguramente haré en mi nuevo destino; ya sólo me quedan "enfoque integral" y "sostenibilidad" por aprender), me voy a hacer fotos a la Torre Eiffel, porque subir no pienso subir (lo siento por los que me habeis pedido una foto desde arriba, pero va a ser que no, tampoco esta vez), pero la tengo que fotografiar con mi super cámara nueva... 

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