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Mostrando entradas de julio, 2008

Vacaciones

Y a lo mejor ahora me quedo con un palmo de narices, pero la verdad es que me da igual. Tres semanas de vacaciones ( merecidas, creo que lo dijo hasta mi jefe ), y mi vida con posibilidades de estar mucho más ordenada a comenzar no desde el primero de enero, sino desde el primero de agosto ( o desde finales de julio ). Si es que es verdad que la vida es lo que te pasa mientras tu intentas hacer otra cosa. De cuan fehacientemente lo intentas, depende que las cosas que te pasen sean más o menos surrealistas ( aunque esto es una regla general con notables excepciones ). Que me lío, no era esto lo que yo pretendía decir. De hecho, las cosas que decir se me agolpan en la cabeza, porque después del viaje de las vacaciones ( que tal vez no será el mejor viaje, ni el más esperado, ni el mejor organizado, pero ha sido bastante bueno, la verdad, como esos días en que uno sale a tomarse una y vuelve con el sol, considerando si comprar o no churros para toda la familia, que aunque contenta de verl

El espía que sabía sonreír

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No fui yo, señor agente, es que me hice la pregunta mágica cuando debía hacérmela, y aquí me tiene usted, por haberla respondido... Eso dicen todas, respondió él con sonrisa de medio lado, y al final, añaden que no recuerdan qué pasó después . Sólo quería resaltar un par de cosas, que me parece esencial resaltar a estas alturas del proceso: Me gusta tu sonrisa, porque es difícil sonreír sin perder el aire de seriedad (de hecho, si esto no fuera un blog público que puede leer cualquier internauta avispado, diría que me gusta mucho tu sonrisa, pero los espías sois una especie en extinción, y por ende, tímidos) . Hacía mucho que nadie entendía todos mis chistes sin pedir nada a cambio. Y me gusta, que, como los buenos espías, pongas cara de no estar escuchando, pero en realidad no pierdas ripio de lo que se dice. Llegaste en el momento perfecto, puntual y preciso como un reloj suizo, discreto y sencillo como una brisita fresca. Y con semejante precisión, no puedo dejar de preguntarme qu

Huelga de despertadores

Llevo de vacaciones tres días, y aún no han sido vacaciones de verdad de verdad de verdad... sólo un poco. Porque los viajes transoceánicos cansan al más pintado, más si van salpimentados de paradas y estreses varios. Y porque las cosas, cuando pasan así, tan rápido, tan precipitado, tan mezcladas entre capítulos, no parecen de verdad. La pereza de venir (sabiendo que después me dará pereza irme, aunque tal vez no tanta ), el lío de calcular una maleta para múltiples propósitos, sabiendo igual que la maleta va a estar mal preparada en algún momento ( se me olvidó meter el pantalón negro, lo sabía, aunque no saqué los vaqueros en el último momento, seamos serios ). Hoy he hechos los trámites más gordos, incluyendo pelearme con cierto banco que odio desde lo más profundo de mi ser, y averiguar dónde están los puntos de mi carnet de conducir ( en mi carnel¡t, pero menos de los que esperaba, leñe ), decidir no deshacer mi maleta y declarar una huelga de despertadores. Porque la felicidad r

Ritos, manías, supersticiones y tonterías

Yo soy una persona supersticiosa. No me importa admitirlo, la verdad, porque no es de esa clase de supersticiones que te complican la vida. Yo no tengo problemas en subirme a un avión en un martes 13 ( u 11 de septiembre, que para el caso ), ni nada de eso. Claro, lo pienso. Como todo hijo de vecino, imagino. Mi superstición se debe a que no me gusta que cambien las cosas pequeñas de la vida ( que dice la gente que son las importantes...) , que las grandes cambian mucho. No, no es paradójico que alguien que cambia de vida haciendo las maletas y yéndose al otro lado del mundo quiera que las cosas pequeñas, y cómo es la gente, no cambie. Porque si cambia todo, absolutamente todo, uno se vuelve loco. Aunque uno, en el fondo, sepa ( y al pensarlo se le haga un nudo en el estómago ) que en la vida no hay nada, nada seguro, y todo tiene un principio y un fin. Así que en un mundo de incertidumbre constante, los ritos, las manías, las supersticiones y demás tonterías lo mantienen a uno aferrad