Huelga de despertadores


Llevo de vacaciones tres días, y aún no han sido vacaciones de verdad de verdad de verdad... sólo un poco. Porque los viajes transoceánicos cansan al más pintado, más si van salpimentados de paradas y estreses varios. Y porque las cosas, cuando pasan así, tan rápido, tan precipitado, tan mezcladas entre capítulos, no parecen de verdad. La pereza de venir (sabiendo que después me dará pereza irme, aunque tal vez no tanta), el lío de calcular una maleta para múltiples propósitos, sabiendo igual que la maleta va a estar mal preparada en algún momento (se me olvidó meter el pantalón negro, lo sabía, aunque no saqué los vaqueros en el último momento, seamos serios).
Hoy he hechos los trámites más gordos, incluyendo pelearme con cierto banco que odio desde lo más profundo de mi ser, y averiguar dónde están los puntos de mi carnet de conducir (en mi carnel¡t, pero menos de los que esperaba, leñe), decidir no deshacer mi maleta y declarar una huelga de despertadores. Porque la felicidad reside en despertarse uno solito, sin que ninguna máquina infernal lo saque a uno de los brazos de Morfeo. Aunque al final, uno se despierte dos minutos después del despertador.
La vida es tan sencilla y nos dedicamos a hacerla tan complicada...
Así que me declaro en huelga de despertadores hasta el 29 de julio. Ni servicios mínimos va a haber.

PS:
Debo entradas, muchas entradas, todo se debe a mi vano intento de dejar todo preparado antes de irme de vacaciones... pero he descubierto una cosa en blogger que me va a ayudar a solucionar eso...

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