Serenata nocturna de brújula y teclado: el final
Parecía que nunca iba a pasar de verdad...
Pero está llegando, y probablemente llegará aún más cerca mientras duermo esta noche. Parece que ahora, las cosas se miden por el tiempo que durarán en mi vida... dos fines de semana en Roma, quince días para hacer todas aquellas pequeñas cosas que me prometí repetir o que me fui dejando para el final... o quizás las cosas siempre se han medido por el tiempo que durarían... y es sólo que yo no me había dado cuenta.
Me paso la vida despidiéndome de cosas, echándolas de menos... me queda el consuelo de que las habría igualmente echado de menos aunque no me moviera del sitio. La melancolía es una cosa adictiva y peligrosa...
Hoy es miércoles, los miércoles siempre... nooooo, sólo me quedan dos miércoles aquí...
El caso es que además de la proverbial tristeza de la despedida, he entendido de una vez por todas lo que quiere decir esa estupenda expresión de las películas: sentimientos encontrados... no se me ocurre nada más gráfico que los coches de choque para describirlo. Ganas de todo y de nada a la vez... fuerzas y debilidad, buen humor e irritabilidad... hermoso cocktail, para bebérselo de un trago.
Estoy convencida que nunca de que lo mío no es hacer exámenes de conciencia... así que decido dejar de hacerlos... pero, puedo examinar este casicasiaño y observar en qué ha quedado. Aprender he aprendido muchas cosas, aunque de índole muy distinta a las que yo pensaba aprender. Mis objetivos al venir a Roma eran oscuros y misteriosos (jeje, el mejor año de mi vida, me sugirió una voz la otra tarde... o al menos, eso parecía, añadió. Pero yo sabía que no, que era una prueba más), siempre escudados en la furiosa manía de irse lejos, fuera, a lo distinto... ah, cuánto me puede el aburrimiento. Vivir en la ciudad eterna... conocer sus secretos... es imposible, pero he hecho un buen intento. Al menos, Roma ya no es una asignatura pendiente.
No, venir a Roma, era un experimento para saber si me gustaba este mundillo, si me interesaba, y si se correspondía con lo que yo imaginaba... Porque las cosas rara vez son como uno las imagina. Y efectivamente, se confirmaron mis temores, nada era como debía ser! Menos mal, que todo era provisional... uno de los principales logros, ha sido saber qué no me gusta, como ya dije... y no es poco, efectivamente.
A partir de entonces, se me disparó una brújula en la cabeza. Una brújula que daba vueltas sin parar, sin considerar las direcciones a las que apuntaba, y que sólo ahora está frenándose. Es posible que en algún momento se pare, y por lo menos, sabré a donde ir; mientras, me queda observarla, aunque puedo comenzar el paseo... y qué digo, puedo, si me obligan!
Es otoño, es época de decisiones, esperemos que este año, haya una buena cosecha, porque no siempre ha sido así en el pasado.
Pero lo que más me asombra, mirando atrás, es que ahora lo que he conseguido, es el año sabático que llevaba buscando tanto tiempo. Y me direis, justamente: ¡pero si has hecho un montón de cosas! Claro, ¿cuándo no he estado yo haciendo un montón de cosas? Pero ha sido un año tranquilo, sin preparar catorce proyectos a la vez y en el que me he mirado, al fin y al cabo, largamente el ombligo. Fundamentalmente, ha sido un año lleno de viajes y de experiencias... ha sido un año en el que he hecho nuevos amigos, encontrados de la forma más curiosa... un año marcado por las ausencias, las desapariciones y las relaciones a distancia, en el que he aprendido a valorar cosas que antes no valoraba tanto... ahora me explico aquello de camino interior que me dijeron cuando me intenté apuntar a la danza del vientre... un camino interior, que te lleva a alguna parte dentro de tí mismo que no conocías de antes. Ha hecho su aparición la paciencia, que siempre pensé que era ajena a mí... Un amplio saldo positivo, diría. Sólo espero no haber madurado hasta caerme del árbol...
Ahora miro a mi alrededor y las cosas van bien... y realmente, no hay razón para no esperar que vayan mejor... aunque irracionalmente, subsiste la duda, la inquietud de hacia dónde seguirán mis pasos... pero, se acerca ya el momento, y cuando se acerca un momento importante, me invade siempre esta curiosa frialdad... como la que presiento que se acerca en estos momentos. La flecha se está quedando quieta... se acerca el final. Veremos en qué se queda todo.
Pero está llegando, y probablemente llegará aún más cerca mientras duermo esta noche. Parece que ahora, las cosas se miden por el tiempo que durarán en mi vida... dos fines de semana en Roma, quince días para hacer todas aquellas pequeñas cosas que me prometí repetir o que me fui dejando para el final... o quizás las cosas siempre se han medido por el tiempo que durarían... y es sólo que yo no me había dado cuenta.
Me paso la vida despidiéndome de cosas, echándolas de menos... me queda el consuelo de que las habría igualmente echado de menos aunque no me moviera del sitio. La melancolía es una cosa adictiva y peligrosa...
Hoy es miércoles, los miércoles siempre... nooooo, sólo me quedan dos miércoles aquí...
El caso es que además de la proverbial tristeza de la despedida, he entendido de una vez por todas lo que quiere decir esa estupenda expresión de las películas: sentimientos encontrados... no se me ocurre nada más gráfico que los coches de choque para describirlo. Ganas de todo y de nada a la vez... fuerzas y debilidad, buen humor e irritabilidad... hermoso cocktail, para bebérselo de un trago.
Estoy convencida que nunca de que lo mío no es hacer exámenes de conciencia... así que decido dejar de hacerlos... pero, puedo examinar este casicasiaño y observar en qué ha quedado. Aprender he aprendido muchas cosas, aunque de índole muy distinta a las que yo pensaba aprender. Mis objetivos al venir a Roma eran oscuros y misteriosos (jeje, el mejor año de mi vida, me sugirió una voz la otra tarde... o al menos, eso parecía, añadió. Pero yo sabía que no, que era una prueba más), siempre escudados en la furiosa manía de irse lejos, fuera, a lo distinto... ah, cuánto me puede el aburrimiento. Vivir en la ciudad eterna... conocer sus secretos... es imposible, pero he hecho un buen intento. Al menos, Roma ya no es una asignatura pendiente.
No, venir a Roma, era un experimento para saber si me gustaba este mundillo, si me interesaba, y si se correspondía con lo que yo imaginaba... Porque las cosas rara vez son como uno las imagina. Y efectivamente, se confirmaron mis temores, nada era como debía ser! Menos mal, que todo era provisional... uno de los principales logros, ha sido saber qué no me gusta, como ya dije... y no es poco, efectivamente.
A partir de entonces, se me disparó una brújula en la cabeza. Una brújula que daba vueltas sin parar, sin considerar las direcciones a las que apuntaba, y que sólo ahora está frenándose. Es posible que en algún momento se pare, y por lo menos, sabré a donde ir; mientras, me queda observarla, aunque puedo comenzar el paseo... y qué digo, puedo, si me obligan!
Es otoño, es época de decisiones, esperemos que este año, haya una buena cosecha, porque no siempre ha sido así en el pasado.
Pero lo que más me asombra, mirando atrás, es que ahora lo que he conseguido, es el año sabático que llevaba buscando tanto tiempo. Y me direis, justamente: ¡pero si has hecho un montón de cosas! Claro, ¿cuándo no he estado yo haciendo un montón de cosas? Pero ha sido un año tranquilo, sin preparar catorce proyectos a la vez y en el que me he mirado, al fin y al cabo, largamente el ombligo. Fundamentalmente, ha sido un año lleno de viajes y de experiencias... ha sido un año en el que he hecho nuevos amigos, encontrados de la forma más curiosa... un año marcado por las ausencias, las desapariciones y las relaciones a distancia, en el que he aprendido a valorar cosas que antes no valoraba tanto... ahora me explico aquello de camino interior que me dijeron cuando me intenté apuntar a la danza del vientre... un camino interior, que te lleva a alguna parte dentro de tí mismo que no conocías de antes. Ha hecho su aparición la paciencia, que siempre pensé que era ajena a mí... Un amplio saldo positivo, diría. Sólo espero no haber madurado hasta caerme del árbol...
Ahora miro a mi alrededor y las cosas van bien... y realmente, no hay razón para no esperar que vayan mejor... aunque irracionalmente, subsiste la duda, la inquietud de hacia dónde seguirán mis pasos... pero, se acerca ya el momento, y cuando se acerca un momento importante, me invade siempre esta curiosa frialdad... como la que presiento que se acerca en estos momentos. La flecha se está quedando quieta... se acerca el final. Veremos en qué se queda todo.
Comentarios
acaban de enseñarnos una nota mensual de la economía italiana como ejemplo de informe bien hecho..
te echan muchas flores por aquí...
un beso,
Henri desde las aulas CECO...
Jeje, me hago famosa... espero que no se me suba a la cabeza!
Por cierto, feliz estancia ICEX...
Besines.