Tiempo de paz, amor y alegría
Cómo si el resto del año, no fuera igualmente deseable. En esta época, siempre me encuentro un poco dividida entre el cinismo y el entusiasmo. Parece difícil, verdad? Pues no lo es.
Parece que estas tres semanas tenemos que llevarnos todos mejor, y dar dinero a organizaciones benéficas, ser solidarios, llorar con los anuncios de televisión, hacernos buenos propósitos (que duren al menos hasta el primer atasco). Pues me parece una estupidez, porque eso hay que hacerlo todo el año, y no me parece que el que sea Navidad sea una buen motivo para llamar a alguien con quien hace mucho que no hablas (de hecho, es posible que no consigas hablar con esa persona, porque las líneas estén ocupadas). De hecho, qué le dices a una persona en esas circunstancias? Me he acordado más de ti porque es Navidad? No, me llamas porque has cogido una oferta de tu operador, leñe. ¡Te hago la misma falta que hace dos meses (probablemente ninguna)!
Luego las compras, todo el mundo se vuelve loco a la vez, y lo peor es que las rebajas están a dos semanas...
Pero bueno, si la gente dona algo de dinero, o compra los christmas de UNICEF, o los de los Pintores con la Boca y con el Pie, o es más amable la una con la otra al menos estas tres semanas, bueno, algo se habrá hecho, aunque el motivo, sea en sí una estupidez.
Por el otro lado, me gustan las navidades, porque en mi casa son divertidas... Es posible que sea inconscientemente que hacemos siempre las mismas cosas; salir a comprar el ingrediente de última hora que se le olvidó a mi madre, perseguirla para hacerle fotos en la cocina cuando está aún sin arreglar, preparar la mesa más bonita, hacer concurso de tonterías durante la cena, después en nochevieja, no mirar a mi hermano como se come las uvas so pena de morir ahogada (que sería una mala forma de empezar el año), dejar la mesa puesta hasta el día siguiente, levantarse con los ojuelos legañosos a ver el concierto de Año Nuevo de Viena, tomarnos el pelo unos a otros, impedir que nadie encuentre la sorpresa del roscón antes de tiempo, preparar el chocolate, oír decir que es el último año que se compra tanto turrón... esas pequeñas tradiciones familiares que hacen que cada año nuevo, sea a la vez nuevo, y algo conocido. Ah, y mágico.
Así que a pesar de que las navidades son cada vez una cosa más comercial, desde el blog os deseo a todos una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo!
Parece que estas tres semanas tenemos que llevarnos todos mejor, y dar dinero a organizaciones benéficas, ser solidarios, llorar con los anuncios de televisión, hacernos buenos propósitos (que duren al menos hasta el primer atasco). Pues me parece una estupidez, porque eso hay que hacerlo todo el año, y no me parece que el que sea Navidad sea una buen motivo para llamar a alguien con quien hace mucho que no hablas (de hecho, es posible que no consigas hablar con esa persona, porque las líneas estén ocupadas). De hecho, qué le dices a una persona en esas circunstancias? Me he acordado más de ti porque es Navidad? No, me llamas porque has cogido una oferta de tu operador, leñe. ¡Te hago la misma falta que hace dos meses (probablemente ninguna)!
Luego las compras, todo el mundo se vuelve loco a la vez, y lo peor es que las rebajas están a dos semanas...
Pero bueno, si la gente dona algo de dinero, o compra los christmas de UNICEF, o los de los Pintores con la Boca y con el Pie, o es más amable la una con la otra al menos estas tres semanas, bueno, algo se habrá hecho, aunque el motivo, sea en sí una estupidez.
Por el otro lado, me gustan las navidades, porque en mi casa son divertidas... Es posible que sea inconscientemente que hacemos siempre las mismas cosas; salir a comprar el ingrediente de última hora que se le olvidó a mi madre, perseguirla para hacerle fotos en la cocina cuando está aún sin arreglar, preparar la mesa más bonita, hacer concurso de tonterías durante la cena, después en nochevieja, no mirar a mi hermano como se come las uvas so pena de morir ahogada (que sería una mala forma de empezar el año), dejar la mesa puesta hasta el día siguiente, levantarse con los ojuelos legañosos a ver el concierto de Año Nuevo de Viena, tomarnos el pelo unos a otros, impedir que nadie encuentre la sorpresa del roscón antes de tiempo, preparar el chocolate, oír decir que es el último año que se compra tanto turrón... esas pequeñas tradiciones familiares que hacen que cada año nuevo, sea a la vez nuevo, y algo conocido. Ah, y mágico.
Así que a pesar de que las navidades son cada vez una cosa más comercial, desde el blog os deseo a todos una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo!
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