Puente, estrés y cintas de vídeo.


Que más que puente de esos romanos, es uno de esos de cuerda que salen en las pelis de Indiana Jones, porque casi nadie lo tiene, y porque llevo millones de planes cogidos con alfileres (como se lleva la lección de una asignatura que no te interesa)... Me bajo a la Villa, a ver cómo sigue... y a celebrar un par de cositas que tengo pendientes (y cuando se oyó nunca que yo dejase una fiesta sin celebrar, salvo fuerza mayor).
Después de un fin de semana de peleas con el ordenador, decidí tomar una solución drástica (hmmm, le estoy cogiendo el gustillo) y formatear, para demostrarle quien es el que manda aquí. Obviamente, es él, porque sigue apagándose, pero al menos ahora sé que no son los virus. Desde aquí, mi santuario cibernético, maldigo al que los programa... ¡Que se prepare cuando aprenda a hacer ritos mayas!!
Para que el trasto vea que me da igual su indiferencia, lo torturo haciendo cedeses de música incomprensible, y mañana lo abandono para ir a la autoescuela... después de la licencia, va el carnet... espero no atropellar a ningún leonés.
¡¡Y espero acordarme de cuál era el embrague!!

Esta noche antes de dormir he visto La mujer del Cuadro, con Edward G. Robinson y Jane Bennet, una agobiante película que resulta un tanto ingenua en estos tiempos del CSI, pero que me recuerda que el glamour murió hace tiempo.
Deberes de Historia hechos según mi planning: cero. Aunque, sinceramente, después de tantos años de universidad, no esperaba cumplir el plan!

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