La semana del apocalipsis

En realidad este post comenzó a gestarse en una tarde de domingo (ay, los ensayos de teatro son lo mejor las largas tardes de domingo... también ir al cine es una buena opción), desde la semioscuridad de mi salón, mientras en la tele daba el cuarto clásico seguido... (Veinte mil leguas de viaje submarino. Nunca he logrado leer más de un capítulo de Julio Verne, pero me encantan las películas de sus libros. Así que desde el sofá engullidor (que ahora es azul y no amarillo, para los que ya lo conoceis), me puse a escribir mientras Nemo se dedica a tocar a Bach en el Nautilus). La única perspectiva era ver los fuegos artificiales de las fiestas del barrio (si, en Italia también hay de eso) por San Gioacchino, en su primer centenario, pero al final el plan fue anulado, dada la conjunción lluvia monzónica con anginas.

La intención del fin de semana en casa, además de curar las anginas, era terminar el trabajo del curso de Ceremonia y Protocolo, que la semana anterior me había dado por mirar cuándo se entregan los trabajos, y al fecha era el 10 de junio. Por supuesto, ninguno de los dos objetivos cumplidos, porque hoy es 7, me queda rematar el trabajo y aún ando drogada. Para tranquilidad de los lectores: nada de fiebre, sólo tos de tuberculoso (en plan Dama de las Camelias, que yo tengo mucho glamour, ya lo sabeis todos). La intención primigenia, que era irme a Venezia con los precios fantabulosos de Ryanair, quedó abandonada con los primeros síntomas anginosos, claro. Es una conjunción astral, nunca veré esa ciudad antes de que se hunda.

Aún así, el finde ha dado para cosillas: el viernes fue el Día de la República (ergo, fiesta nacional y también para nosotros), con desfile de las fuerzas armadas. Me fui a verlo, porque visto que en Madrid no voy nunca, pues voy aquí, para compensar una por todas. Espectacular, por allí por la Via dei Fori Imperiali, muy bonito, con la bandera de Italia desplegada por las fuerzas especiales sobre la fachada del Colosseo. Lo que más me gusta de este tipo de desfiles es, de todas formas, la música de las bandas... y las enfermeras vestidas como las de la SGM (o como los clic que tenía yo de pequeña), y los SWAT, y los Carabinieri con el penacho, los marineros... me perdí (pero la RAI proveyó, más tarde) los super Ferrari de la policía. Y este año, nada de escuadra de aviones, que cuesta una cifra, como se dice aquí, nueve aviones haciendo la bandera, que ya está. Curioso, ese fue el comentario que hicieron las noticias de Mediaset; desfile de la República con menos medios. ¡A ver, si no hay pelas no hay pelas! Oí las declaraciones siempre bien intencionadas de los nuevos gobernantes (su vida y milagros me he aprendido ya, voy por el cuarto informe...) y vi a algunos de cerca... ¿a quién? Adivinadlo, me llega por el hombro, y tardé un rato en verle. Llevaba dos dedos de maquillaje, de verdad. Después dijeron los de al lado que Prodi había pasado por nuestro lado también, pero como es mucho menos dado a los baños de masas, no le ví. La verdad es que si yo tuviera la altura de Berlusconi, no me metería en baños de masas, qué miedo.
Conclusión, el desfile muy bien, y además, como tanto yendo como viniendo me perdí por el ghetto, pues conozco una parte más de Roma. El caso es que sigo buscando el cruce de calles donde empieza La finestra di fronte, pero nada. A ver si me voy un día con la cámara grande y retrato el barrio, es el que más me gusta de toda la ciudad, ahí si que de verdad no sabes dónde te va a dejar una calle. Cuando uno va con prisa, claro, no es igual de cómodo.

El sábado night estuvimos en Campo de' Fiori, en una terracita (sniff, hecho de menos las cervecitas a precios razonables, pero seré fuerte, seré fuerte, y con temperaturas nocturnas por encima de los 25º...), y estoy ligeramente más relajada que la semana pasada respecto a la segunda fase.. de todas formas, cada vez estoy más convencida de que lo que tenga que ser será, aunque yo me mueva. Me siento igual que delante de aquel proverbial plato de acelgas cocidas, o como la primera vez que entré en la Casa del Terror (con el chiste del tomate que habla!!)... el tiempo pasa, hagamos lo que hagamos mientras pasa.

Y hablando del tiempo que pasa, si ya estamos en junio.. después de los fallidos cumpleaños de mayo, a ver si es posible que la tanda de junio no se me olvide (lo sabes, Mark, que sé qué día es tu cumpleaños, esta vez no se me olvida!), y ayer 6 han estrenado el remake de La Profecía... después de la de veces que he pensado que se iba a acabar el mundo desde que estoy en Roma, gracias a las tormentas, igual me vendría bien verla.
Y si el mundo se acaba, no empezará la cosa por la ciudad eterna? De momento, la noticia extraña de la semana parece sacada precisamente de La Profecía, un cura (jesuita, para más señas) estaba rezando en una pequeña capilla cuando de repente, el suelo se abrió a sus pies, y cayó treinta metros, con el resultado previsible...
Claro, que no hace falta leer los sucesos para preocuparse por las andanzas del mundo, con ver los titulares basta. A este ritmo, voy a acabar haciéndome cartero rural, como me predijeron.
Y, por cierto, lo mejor del día maldito ha sido mi aventura en el metro. Resulta que ayer tarde venía el Teutón de visita. Previsiblemente, la maleta tardó mil años en salir, y como yo había quedado en ir a Tiburtina a buscarle cuando llegase, le dije que me hiciera una llamada perdida cuando se subiera en el tren... la llamada perdida jamás me llegó... y yo, mientras, concentrada en el trabajo de marras, de repente, vi que eran las seis y media... y pensé... qué raro, en casa nunca toma una segunda taza de café... así que sms: ¿aún no has cogido el tren? Respuesta: te he hecho perdidas, ya he llegado... Conclusión, salgo corriendo de casa, metiendome los zapatos por la escalera (con el consiguiente riesgo para mi vida), y derrapando en las esquinas me meto en el metro sin pasar por la taquilla, como siempre. Craso error, es hora punta, y están los controladores en Termini. Multa al canto, y con el DNI bueno, porque el caducado estaba en casa, durmiendo el sueño de los justos... confiemos en la providencia (que no en la justicia poética) y si las multas alemanas no me llegaron jamás, no me van a llegar las italianas... Cuando llegué a Tiburtina, estaba el pobre Teutón, sentado en la maleta, y dos perros habían intentado hacerle pis encima...
El caso es que desde la mitad de la semana, está siendo verdaderamente una semana estresante; esa segunda fase como la espada de Damocles (con los del ICEX dispuestos a torcer el camino al más pintado), esa página web que me tiene loca en el trabajo, por no hablar de las medidas del nuevo gobierno, y los informes que se me acumulan... y el clima, que cuando te confías, llueve tropicalmente... Esta tarde, a por una tienda de campaña, para irnos a Cerdeña el fin de semana. A ver en qué acaba todo esto.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esto son dos tomates que están en la nevera y dice uno:

-"Uuuhhh.... que frríiioooooo..." [tiritando].

Y el otro:

-"¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHHH!! ¡¡Un tomate que hablaaaaa!!".
Lilith ha dicho que…
Anónimo de verdad... en fin.
Lo que me tengo reído con ese chiste...
El hombre, que ha llegado a la luna, al final disfruta explotando las pompitas del plástico de envolver... o los pequeños placeres de la vida.

Entradas populares de este blog

Amistad, friendship, amitié, freundschaft, amicizia...

Viajando

Sin comentarios