Señales en el camino

Anoche, cuando volvía a casa pensaba que es curioso, pero nunca he tenido la sensación clara de influir activamente en mi vida. Es difícil de explicar, porque nos (me) pasamos (paso) la vida haciendo elecciones, una después de otra, pero tengo la sensación de dejarme llevar quién sabe a donde... de ir como en una barca hacia alguna parte, y no tener muy claro en qué dirección fluye el agua. Parece que de alguna forma hasta cierto punto siniestra, las cosas siempre dependen de otros.

Es fácil dejarse llevar, adoptando siempre la misma postura, como si de una vela se tratase, eligiendo, en todo caso, siempre a favor de la propia dirección, dejando todo en manos de los demás, o del infame y desconocido destino... es incluso más complicado que seguir un camino ya marcado en un bosque tan frondoso que no ves a dónde llevan los demás caminos que podrías haber elegido. Se trata de la imposibilidad material de armarse con un machete (escalofríos) y abrirse un camino lateral, sino seguir por caminos sin mirar muy bien el destino final, un poco al tuntún, y esquivando las señales que hay marcadas...

Hablando de señales, esta semana ha estado llena de señales... aparte del extraño incidente de la cocina (en casa tenemos un fantasma que se prepara la cena y se ducha), pusieron Vacaciones en Roma, y la pillé justo en la misma escena en la que me quedé dormida, agotada, aquel día de la última semana, cuando por fin me pude poner a verla; y en los Cuarenta Principales (si, lo reconozco, los oigo, aunque combino con M80; Radio Subasio se me corta todo el rato y Radio Hamburg no va) el viernes pasaron una detrás de otra, todas las canciones de los últimos tiempos de la UAP, y esta noche es la final de Eurovisión (que en Italia, por despecho, no retransmiten, Finlandia, tuve un pálpito con Finlandia, lo juro, incluso sin haber oído ninguna canción...). Vergonzoso que hayan ido las tipas estas. Como cada año...

Hay algo especial en esta primavera romana, que es lo que yo pensaba encontrar cuando leí Roma en la pantalla del ordenador; y no la Roma de lluvias torrenciales que me encontré. Y lo que me vino a la cabeza cuando mucho antes de haberlo leído ya seguro, lo ví iluminado por un rayo de sol que entraba por la ventana. Hay algo de indeterminado y de hermoso en el aire, que, a parte del polen, hace apreciar cada rayo de sol, porque la vida es esencialmente bella.
Será que algún momento indeterminado del año pasado, las cosas cambiaron, y que desde entonces, todas las primaveras y los veranos serán como pálidos reflejos de aquellos tan brillantes del año pasado... Será que el año pasado fue en realidad a la vez el último y el primero de mi vida, y por eso desde entonces las cosas tienen un significado misterioso y distinto del que tenían antes, como si fueran recuerdos especiales que llevar dentro y no olvidar nunca de dónde he venido. Como una piedra que ha caído en el camino e impide mirar atrás y ver como el otoño vuelve doradas las hojas de árboles pasados... siempre los recordaré llenos de brotes de un verdor fresco y vivo... siempre serán como en mi memoria, que es la única cosa real con la que cuento.

O será algo distinto, será que el aire de esta ciudad es especial y se me ha metido en el alma. Será que me pone triste ver el barquito de Vacaciones en Roma, que está ahi amarrado él solito en el Tíber, frente al Castel Sant'Angelo, como si nunca hubiera roto un plato en su vida. Pero sí que los ha roto.

Crónica del fin de semana antes de partir a la capital del reino: el viernes hice de anfitriona romana al menos durante un rato de una de las becarias polacas, a las que también (qué lista, dios mío) espero poder ir a ver este verano. Campo de' Fiori es el lugar perfecto para tomar las cervecitas nocturnas, en las terrazas, luciendo sandalias y viendo pasar americanos desenfrenados. Después, el sábado, decidimos hacer una serata a casa y ver películas y comer pizza. Como la totalidad de los integrantes de la party casera somos unos cobardicas, decidimos que fifty fifty, y vemos una de miedo (qué miedo!!!!) y una de no miedo. Me ahorro la crítica de Llamada perdida, porque las películas de terror japonesas son todas iguales, dan mucho mal rollo y siempre hay alguna niña maligna, la leche que les han dado. Aunque igual sirve para quitarle la obsesión del móvil a la gente... en fin, un rato divertido, porque tuvimos que hacer traducción simultánea y suposiciones sobre las cosas que no entendíamos del argumento... qué lástima.
Después, vimos una peli francesa (ya estoy reconciliada con ellos otra vez, hasta que vuelva a hacerme ilusiones con algún bodrio), À la folie... pas du tout, que me ha parecido fantástica. No desvelo nada de la peli porque es de las que hay que ver sin saber nada (bueno, como todas, aunque algunas más), pero me ha gustado muchísimo. Digamos que es una muestra de lo que ofrece el cine como ventaja respecto a otros medios para relatar historias. A pesar de que me gusta muchísimo leer (diría que incluso más que ver películas, aunque no lo tengo tan claro, porque los libros no tienen música... hmpf, difícil duda), opino que el envolvimiento que el cine logra del espectador es mucho mayor que en un libro. Digamos que mientras que un libro es un hágalo-usted-mismo, porque uno se imagina los personajes, los sitios y las sensaciones descritas, el cine es el espectáculo de un prestigitador, en el que el lenguaje es mucho más complicado, y siempre dirigido a que el que está viendo, vea lo que el director quiere contar. Hay historias dignas de películas e historias dignas de libros, no sé por qué la gente se empeña en establecer una vía de comunicación, en vez de inventar historias nuevas.
Inciso: malignamente, me alegraré un montón si El código da Vinci se hunde en taquilla, aunque da igual, porque el mal ya está hecho, se ha leído ese libro fatalmente mal escrito un montón de gente. Ay, que idiotas somos.

Y después de la noche de pánico (venga a hablar de la Bruja de Blair (que ha traumatizado a los campistas de medio mundo, con la broma), porque la pobre Paola se va sola a hacer cámping libre en Islandia... y lo peor es que después de ver Llamada perdida, no podemos llamarla cada rato para ver si está bien...!!), nos fuimos a la cama con la promesa de levantarnos pronto para encontrarnos con la rum-anita en Porta Portese, ya que este finde nos obsequiaba con su presencia en la ciudad eterna. Misión cumplida casi sin bajas; a pesar de haber tenido que llegar andando porque el maldito 280 no pasaba nunca (hay quien ha sufrido ya esa experiencia conmigo, verdad?), por supuesto tarde, nos hemos recorrido todo el mercado (es enorrrrrme) y he logrado comprarme sólo un par de sandalias (es que son baratas!!! ¿cómo resistirse!?) y unas pilas recargables, en las que, seamos sinceros, no tengo demasiada fe... En fin, casi sin bajas.

Ay, y domingo por la tarde, me acechan los remordimientos, porque quería haber avanzado este finde en el trabajo de la Corte Penal, pero no he avanzado mucho. Me he organizado, que es lo primero, por lo menos sé qué me falta, pero voy a tener que cerrar las contraventanas esta semana para no ver la luz que entra y quedarme en casa a escribir sobre las atrocidades que hace la gente por el mundo. No puede ser sano quedarse en casa a cabrearse mientras fuera hace sol, pero si el mundo es así...

Y como despedida del post, que además de escribirlo en capítulos, no sé si podré colgarlo, porque la conexión viene y va, hago recapitulación de las novedades internáuticas que me rodean: he colgado la mitad de las fotos de Corfu en el álbum. Con la cosa del jefe y sus múltiples pérdidas de cosas cuando tiene que ir al aeropuerto, pues no las he colgado todas, digamos que he estado un poco distraida en el trabajo... Pero en cambio, a quien pueda interesar, la rumana y yo hemos abierto un blog (El puntito del G) para reunir las cosas del foro de gemeil, que está muriendo lentamente. La página la tengo, lo sé, abandonada hasta nuevo aviso.. estoy reuniendo contenidos!!!
Y ahora, voy a terminar el post, me voy a acabar el batido de fresa (leche de soja, divino tesoro) mientras Amaral me canta que no sabe qué hacer con su vida (vive Dios, que no son los únicos!) y me voy a poner a repasar por enésima vez los particulares de ciertos casos de violaciones de derechos humanos...

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