La vida es un escenario, nosotros somos los focos

A cuatro días del picnic, me siento en mi cama (sí, ya he logrado tener internet en mi cuarto!! yuuuhhuuu!!) a pensar en el año pasado para contribuir al otro blog (es un vicio, te hacen participar en uno y eres carne de blog para siempre... la culpa es de D, que tuvo la idea. Creo que siempre recordaré el usuario y el password de aquel blog como siempre recordaré el PIN de mi primer teléfono móvil... reid, reid, pero nuestros nietos se emocionarán con estas cosas) y me encuentro mirando las fotos de la pared.
El otro día me decía un compi (paolista, que ya sales en internet) que todas las personas que tienen un blog tienen una parte exhibicionista. Supongo que es cierto, porque aunque uno haga el blog para mantenerse en contacto con amigos y familiares, en realidad no es así, existen otros medios, mucho más directos. El blog además no implica respuesta (especialmente si me dejais pocos comentarios, perros, para luego hacérmelos en el msn), sólo expone los proprios pensamientos... es casi casi casi tan revelador como escribirle a mi querídisima S. Y, tiene razón el menino paolista, satisface esa parte exihibicionista (ojo, pero no de los que llevan gabardina) que llevamos algunas personas dentro. Curioso, porque de teatro, lo que más pánico me daba era plantarme en medio del escenario y abrir la boca. Bueno, y hablar. Recordad aquellos que lo sabeis, que pese a lo alto que hablo fuera de escena, cuando me subo allí arriba, murmuro.
El blog es mejor, porque la reacción del público es desconocida, así que en realidad, es un poco como lanzar la piedra y esconder la mano (lapidación, lapidación, deme tres lisas y dos con pico, no mejor tres con pico y dos lisas), a pesar de que las entradas vayan todas firmaditas y sepais de quién es este blog y lo que de mi hay en él.

Así que aquí me encuentro, martes por la noche en la ciudad eterna, de espaldas a la ventana por la que no sé si entran más mosquitos o más calor, pensando en que lo que más recuerdo del año pasado es la doble personalidad continua que sufría, por las mañanas en la UAP y por las tardes en el máster. Y me digo que todas y cada una de las cosas que hice, me han traído aquí. Niente male (después de las noticias inquietantes que me han llegado hoy respecto a la segunda fase, me reprocho, como hago siempre, no haberme esforzado más. Como siempre, llegaran las voces que me dirán: no podías más. Pero yo sé que no es verdad. Que no es cierto. Y que las cosas que no cuestan esfuerzo, no se valoran...).
Aquellas mañanas dormitando en el metro, en los únicos ratos en los que de verdad estaba sola con mis pensamientos... para llegar invariablemente tarde a un mostrador por el que empezaba a desfilar gente con dramas rurales, buscando información sobre cosas que jamás me importaron de verdad, para hacer presentaciones y coordinar telefónicamente al grupo. Después a media mañana, a veces cambiando de horas, cortesía de la planificación con una semana del CECO, nos poníamos a arreglar el mundo, aunque a veces era más estresante que el resto de mi vida, rara vez no merecía la pena. Después, corriendo a chino o a comer una ensalada infame. Si, sé decir hola en chino, qué lejos he llegado... y en el trayecto, la segunda transformación del día, casi como cuando en aquella obra (Pantaleón, que bien lo pasamos, aunque la del Sexo fue mejor) me tocaba acordarme todo el tiempo de si me tenía que vestir de periodista malintencionada o de mujer de moral distraída. En aquella obra también me tocó decir la primera frase, por cierto. Y a lo largo de la tarde, en aquella incubadora inteligente, darle vueltas a cosas que no me parecían muy productivas en ningún caso...
Y como expresar todo esto de forma que llegue a ser comprendido, y no sólo leído con interés (o meno) por algún bloglector distraído?
Y después el larguísimo retorno a casa a esas horas de la noche, pensando que mi alma estaba cuarenta centímetros por encima de mi cabeza, e intentando recordar si había algo en la nevera para poder cenar. De vuelta con mis pensamientos circulares...
Realmente no sé si siempre han sido circulares o han sufrido algún tipo de transformación durante el año pasado, como taaaaantas otras cosas. Es posible que ya lo fueran antes, pero me quedasen grandes.
Así que ahora me concentro en contar algo en el blog del año pasado, algo divertido, algo emocionante, apasionante o por lo menos, relevante, y sólo soy capaz de mirar las fotos de la UAP, donde somos todos felices. Bueno, o lo parecemos.

En las malas películas, a veces dicen cosas buenas, y una de ellas, es una frase de Robin Williams (otro que ha hecho más mal que bien al mundo, aunque seguro que piensa lo contrario) en One Hour Photo, cuando dice que, si tuviéramos que hacernos una idea de la vida de una familia por sus fotos, pensaríamos que están siempre felices y sonriendo... En las fotos que tengo aquí a mi lado, quienes miran a la cámara sonríen, aunque hay un par de disidentes. Adivinad quienes son.

Espero reunión en la sierra para recordar viejos tiempos cerveza en mano, y posiblemente, contar anécdotas vergonzosas.
Estoy bastante nostálgica estos últimos tiempos.
La culpa es, probablemente, de la 7, que es el único canal con programación decente de la tele italiana, y que el otro día me puso Vacaciones en Roma, y ayer Charada...

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Espero que regreses contenta del picni, quiero verte un poquito mas animada, ¿voy a tener que ir yo a animarte? besitos leoneses
Lilith ha dicho que…
Seguro que la reunión (aunque de momento un poco incierta, sospecho que hoy mi móvil no va a parar), será una inyección de adrenalina... Qué ganitas tengo de veros a todos! Aunque me da pena irme, porque el finde romano, con visita en casa, se plantea divertido.

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