La tentación vive arriba

La tentación de cambiar de vida, de dar un salto, de cambiar de dirección, de hacer algo radical (mucho más que cortarse el pelo a la altura del lóbulo); la tentación infinita, magnificada, teórica y de apariencia dulce como un pastel de chocolate.

El misterio de los caminos no recorridos, del qué dirán y qué pensarán, el deseo de ver a los demás ponerse verdes de envidia al ver al prójimo comer de la fruita prohibida.

Las ganas de impresionar, de dejar una marca, de quedar para siempre en el recuerdo de un alguien ajeno, como una cápsula de la memoria enviada a cien mil años luz.

La tentación de seguir un impulso y decir lo que no se puede, hacer lo que no se debe y coger lo que no se tiene.

Y después? El gris sucio de un sueño roto, la verdad de un ilusionista y la soledad de los caminos prohibidos. La verdad de la mentira. Cuánta adrenalina se puede soportar sin caer en la adicción? Cuántas veces se puede jugar con fuego sin quemarse? Cuántas veces se puede olvidar que se ha traicionado uno mismo sin llegar a odiarse?

Un instante de duda y la vida sigue, impertérrita, tranquila y prosaica. Las decisiones tomadas se espesan y concretan con el tiempo. Y cuando el instante de duda pasa, la certidumbre se cubre de un reconfortante color azul que lo cubre todo como una manta.

Soñar no cuesta dinero. Sólo ilusiones.

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