Piezas de puzzle incompleto


Versos que no riman y que, a pesar de ello, al final tienen una extraña armonía. Negativos que suman positivo, siempre me gustó ese peculiar cambio de opinión. Clic clic clic hasta sumar un todo que no es perfecto, y que no se parece nada a lo que había al principio, pero con el que uno puede estar muy a gusto.
A pesar de que el proceso puede que sea doloroso.

Movimiento de clic número 1 para violín solista.
Tempo grave.

No era ni siquiera un sentimiento de tristeza. Era un sentimiento de dolor y de traición... ni siquiera la posibilidad de derramar las lágrimas del dolor profundo. Sólo la posibilidad de apretar la mandíbula y fijar los ojos en el espacio, jurando no derramar las lágrimas de rabia infinita que se agolpan en la distancia. Y después, la oscura fuerza de voluntad que nace desde algún lugar profundo, la convicción de saberse más fuerte que todo, incluso que la decepción y la rabia incontrolable, que permite después de una lucha interna, dominarla. Un instante sostenido en la inmensidad. Saber que algo se ha muerto por dentro y que a pesar de lo que pensábamos, eso no nos ha matado. Pero saber que lo que se ha roto, se ha roto para siempre.
Después, el vacío, como un espacio inmenso de horas llenas de silencio que ocupar con pensamientos deshilados. Un vaivén de incertezas y un constante recordar aquello que quiere ser olvidado.



Movimiento de clic número 2 para violín y coro.
Tempo lento.

No me consuela, pero al menos ahora sé que yo tenía razón y eras tú quien se equivocaba. Todo este tiempo perdido, ahora tiene un culpable. Y yo, yo no estoy loca. Permíteme pues, que me enfade, y que por primera vez en mucho tiempo, no tenga en cuenta nada más que la realidad que mis ojos me muestran, lo que siento de la piel para dentro y lo que me dicta mi cabeza. Por una vez, después de haberme olvidado durante tanto tiempo, por fin, me estoy escuchando. Y lo que sospeché muchas veces, resultó ser verdad. Yo tenía razón y tú te equivocabas. Y permíteme que siga enfadada, porque no creo en la justicia poética. Y ya, me dan igual las consecuencias, la verdad.
Al final queda sólo una indecisión mortal, apática, pero libre de tí. No queda nada, pero tampoco quedas tú. Y los restos de lo que hubo se diluyen lentamente en el pasado y en la memoria, como un mal sueño...



Movimiento de clic número 3 para violín, flauta, percusión y orquesta.
Tempo andante.


Y en medio de la calma, sucede lo inesperado, lo raro, lo inexplicable, lo perturbador, lo mágico y lo más sencillo. Sin transición, la calma glacial que me rodea se transforma en un torbellino de arena candente que me envuelve me tranforma y me hace olvidar el lugar donde estaba. Intento reposar los pies en el suelo, mareada.
¿Quién eres, que has venido a cambiar mi vida mientras cambias la tuya?¿Tienes acaso tanto miedo de mí como yo de tí? Mírame a los ojos una vez más, miénteme, asústame, atúrdeme, que yo haré lo propio en esta guerra sin fin. Toca mis dedos con la punta de tus dedos, el terremoto no para, hace temblar el alma cada vez a más velocidad.
Y en medio del caos, el silencio, una figura suspendida en el aire, la eternidad en la punta de los dedos. Daría todo por volver a repetir ese instante y poder decirte; pero lo entiendo, ahora lo entiendo todo... pero la belleza del instante reside en que no se volverá a repetir. Con un toque de surrealismo que hace que la chispa de la vida vuelva a un paisaje quemado.

Movimiento de clic número 4 para violín, flauta y orquesta.
Tempo presente.

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