Las pequeñas cosas


... ya he hablado de esto aquí, pero es que de verdad son las que ocupan la vida, y las que, al final, significan algo. Claro, que todo tiene sus límites, queridos y queridas, lectores y lectoras, míos y mías.
Y si no, por qué hoy me cuentan desde Chicago que no se veían pegatinas contra la conspiración del 11S, ni nos han bombardeado los medios con aquellas fatídicas imágenes? Porque han pasado siete años, y todos estamos ya ocupados en otras cosas. No quiere decir esto que aquello no cambiara el mundo, porque lo hizo. Ya se inventarán los historiadores otro nombre para esta época extraña que nos ha tocado vivir, pero aquella fechita del 2001, fue un hito.
A pesar de las pequeñas cosas, todo el mundo recuerda qué estaba haciendo cuando sucedió; éso significa que cambió algo, que marcó un hito. Aquellas primeras horas en las que la incertidumbre era enorme y parecía que iba a estallar otra guerra mundial.
Hoy, la noticia más impactante que he leído es que ha estallado una nueva revolución en Facebook porque han cambiado el interfaz del usuario... la gente a veces tiene demasiadas pequeñas cosas en las que pensar.
Y así, así precisamente, es como nos iremos al cuerno, pensando demasiado en las pequeñas cosas. Claro, que cuando uno se fija en las noticias pequeñitas que hay alrededor de la de Facebook (o sea, la última barbaridad en cualquiera de esos países que en el fondo, tampoco nos preocupan demasiado porque se salen del espectro de las pequeñas cosas), pues piensa que nos lo tenemos merecido.
Hace poco (o mucho, porque he descubierto que el stress altera la percepción del tiempo), me decía una guatemalteca bien interesante que el problema en Guatemala no es que lñas diferencias sociales y la represión estén generando una olla de presión, sino precisamente lo contrario: que el individualismo es tal, que no se está acumulando rabia por las desigualdades sociales, sino que esta se expresa de formas pequeñas, que afectan a la vida de todos los días, y que no promueven grandes cambios. Es cierto. Es cierto. Pero a quien no tiene oportunidades, no se le puede pedir más de lo que puede dar; a quien nace con ellas y las desprovecha prefieriendo convertirse en un devorador de granhermano, si se le pueden exigir.
¿Pero qué digo? Es mucho más cómodo enfadarse porque Facebook es diferente hoy, y no preocuparse de nada grande que uno no pueda abarcar.
Por cierto, que a mí Facebook, me parece igual que ayer.

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