Fingir

Si mi alma la tienes tú, no puedo sentir nada. Lo único que siento es tu ausencia. Condenada a una vida ajena por haber conocido la felicidad. No me importa. Nada en este mundo puede compensar nada, aunque parezca mentira.
Nada me puede compensar por tu ausencia, ni nada me puede compensar de conocerte y saber que hay algo más allá de la mera superficie de las cosas. Nada me puede compensar de tu silencio, como nada antes me hubiera compensado por tu voz. Nada me puede quitar la esperanza de que algún día... aunque sepa que no es cierto, la mínima posibilidad existe. Tú lo dijiste una vez, y no puedo evitar creer ciegamente en aquello que dices... Me condeno una y otra vez a vivir esperando lo que no sucederá nunca, la desilusión al borde del horizonte, la desesperación de saber que lo que se cree es falso. El dolor que se ignora, la media vida que no tengo y he dejado, sin poder evitarlo, en tus manos.
Me pregunto si al final, dentro de mucho tiempo, todo tendrá algún sentido. Si miraré al espacio y diré que era aquello por lo que pasé por esto. Si alguna vez, después de haber fingido (una vez más, siempre fingiendo, somos actores en un escenario mal iluminado, sin papel y sin control), oiré un aplauso solitario, aunque sea mío. Si una mañana lejana podré abrir los ojos y no hacer el esfuerzo de no olvidar los sueños y entrar en mi camisa sin esfuerzo. Si una mañana, o una tarde, o una noche, cuando piense en tí, no senitré una campanada en mi mente ¿Cuándo dejarán de pesarme los errores que no cometí? Desde que te fuiste, una espeluznante certeza en el camino me guía cada vez más lejos de tí. O tal vez fui yo la que se fue. Sólo sé que no estás.

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