Angustia

Si esto es vivir la vida intensamente, hasta hoy no la vivía. Si esto es conocer todos los extremos de dolor y de la alegría, hasta hoy no los conocía. Si esto es amar, hasta ahora no amé nunca nada fuera de mí. Lo que siento no tiene nombre ni razón, no es grande ni pequeño, no existe ni desaparece, tiene una vida separada de la mía y lo siento arder bajo mi piel, hace que todo tenga sentido y que nada valga la pena. A veces pienso que me estoy volviendo loca a base de verte una y otra vez, otras, que te estoy enterrando en algún lugar de mi alma, de donde ya no te podré hacer resurgir nunca. Los eternos amantes, eternamente separados, la frustación de la cercanía que no se puede realizar, el dolor y la decepción de los sueños que se cumplen y el destino que vuelve una y otra vez, sin parar nunca, sin dejar de doler y sin dejar de cultivar esperanzas de que esta vez sea la definitiva, y poder estar eternamente el uno sin el otro, el amor perfecto y el dolor infinito, la melancolía sin fin, los sentimientos que abarcan más que la imaginación humana, el bufón perpetuo que está perpetuamente triste, sentir a gritos la llamada que nadie más oye, sentirse culpable por las palabras de los demás, el amor platónico y la pasión efímera, los pasos vacios que resuenan en pasillos de claustros interminables, siempre en silencio amargo y lleno de paz a la vez, las promesas de amor eterno que duran un fin de semana, pero parecen verdaderas y los recuerdos de los instantes que duran toda una vida. Me he enamorado de tí miles de veces, y todas ellas han sido la misma tortura. Todo lo hago por tí y para tí, sabiendo que nunca lo sabrás, y que las cosas que haga permacerán desconocidas, guardadas en mi memoria sin tiempo. He pasado siglos esperando encontrarte para perderte inmediatamente después, cifrada toda la vida en la esperanza de un segundo de que todo cambie, aún sabiendo que nada cambiará. He gritado por tí cientos, miles, millones de veces, pero jamás lo oíste, estabas siempre demasiado lejos. Te he recordado en mil ciudades distintas y te he añorado en cien desiertos diferentes, bajo tantos cielos estrellados... Cuando estás, nada me importa, y cuando no estás, nada tiene sentido. He buscado tu voz en todas las voces que he conocido... He encontrado tu mirada sólo para ver un instante del mundo reflejada en ella, recogiendo la luz del universo, para después desaparecer en el vacío absoluto. Te he contado miles de vidas en una sola de mis miradas, y te he formulado miles de preguntas mientras tú me mirabas interrogante. He oído incontables veces el eco de tus pasos que se alejan. He vivido tantos finales junto a tí, que ya no sé distinguir el comienzo de un dolor del final de otro. Cada vez tengo menos fuerzas; no sé si te recordaré siempre, porque ya no me recuerdo ni a mí misma tal y como era antes de huir. Incluso ahora, constantemente me pregunto por tí,sin recordar ni por qué lo hago. Algún día parará esta inquietud, transformada en la costumbre del sinsentido de la vida, del dolor y de la angustia que me consume. Pero la vida es mucho más prosaica que todo eso, y tú lo sabes. Si todos los caminos se extendieran ante mí como mil vidas, amor, no sé cuál de ellos seguiría... no sé cuál de todos ellos podría romper este círculo y llevarme a tí. Al menos esta vez te he conocido, no como tantas otras. Y no sé por qué, esto no me consuela.

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