Preexamen de conciencia o examen de preconciencia


Hay muchas cosas que puedo decir del 2008… la primera, que me parece mentira que 2008 en algún momento me pareciera “nuevo”… ahora ya se le ve gastado (¿cómo os imaginais al año viejo? Porque yo me lo imagino como un señor con anteojo (no gafas, anteojos) que mira por encima de los cristales y lleva coderas gastadas en el jersey)… como todos los años, pero acaso un poquito más, porque este ha sido un año cuanto menos, intenso. Y eso, que se me ha pasado volando, porque me lo he pasado trabajando como una burra.

2007 fue un año mediano (la tiranía de los promedios, como está de moda decir ahora), con cosas excepcionalmente buenas, como enamorarme de mi trabajo, y cosas excepcionalmente malas, como sacar cosas de su sitio porque ya no tenían nada que hacer ahí.

2008, aquí a punto de acabar ha sido un año bueno, en el que se han mantenido las cosas excepcionalmente buenas y se han multiplicado. Me alegra ver que yo tenía razón con mis pronósticos de año nuevo el año pasado… espero que los de este año se cumplan también, porque tengo aún mejores pálpitos.
Ha habido cosas merecidas, que yo sé que me merezco y que las he ganado con esfuerzo: me gusta, siempre me ha gustado la satisfacción del deber cumplido y acostarme cada noche con la conciencia tranquila (yo no valgo para criminal, creo; lo cual probablemente quiere decir que una educación perniciosa me ha librado de hacerme rica a costa de los demás). He aprendido y he crecido como persona, incluso en aspectos de mi misma que hasta yo daba por perdidos (no digamos los demás).
El otro día, escribiendo un texto, rodeada de amigos, me daba cuenta de la cosa… y es cierto, si pones tu mejor esfuerzo, generalmente obtienes una recompensa.
También ha habido cosas inesperadas, que no por menos merecidas han de ser menos apreciadas. Lo bonito de las cosas inesperadas es la sensación que te dejan en el estómago, como de alegría contenida, de maravilla y sorpresa, como de la primera vez que se toca el hielo. Las cosas inesperadas es que no se esperan (por definición, que es otra forma de decir, como su nombre indica, pero sin que suene tan obvio), y por tanto no se tienen expectativas, que por tanto, siempre son superadas. Las cosas inesperadas son hermosas en sí mismas, no importa lo que duren ni cómo desaparezcan… son hermosas hasta cuando duelen, así que como no van a serlo cuando salen bien.
Ojo, cuando digo inesperada no digo completamente inmerecida. Aquellos que sabéis, también sois conscientes de que fue el final de un proceso. Si yo fuera tan ingenua como era hace exactamente hace dos años, diría que fue una serie de pasos que me llevaron a un punto final. Pero ya no soy la misma que hace dos años, ahora ya no contesto con vaguedades las preguntas que no sé contestar. Un proceso que pasó por la tristeza, el dolor, la rabia, la indiferencia, la maravilla y por fin, la curiosidad.
Empecé el año pensando que iba a perdonar, pero lo acabo sabiendo que no lo voy a hacer por la misma razón que no veo películas de Almodóvar: si ya sé que no me va a gustar, para qué voy a perder el tiempo con ello? Acabo el año con unas perspectivas profundamente distintas de aquellas con que lo empecé. Tengo el mismo miedo a la oscuridad que antes, pero lo he dominado. Me sorprendo a mi misma sin echar de menos cosas que pensaba que echaría de menos… y me digo: ¿por qué me empeñaba en ser lo que yo no soy? Y la respuesta es 2008…
Con este precedente, 2009 sólo puede ser aún mejor

Comentarios

Arquero de Afaya ha dicho que…
Dos grandes máximas lilithianos, sí señora:
1) Acostarse cada noche con la conciencia tranquila.

2) No irse de casa por la mañana sin hacer la cama.

Yo también estoy satisfecho de este año.

Abrazo bat.
Lilith ha dicho que…
Hm, nótese que ambas tienen que ver con la cama... no en vano es un tercio de la vida!!
Veamos que nos depara el año que viene... ¡¡los años impares siempre son buenos!!

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