Pieles de serpiente


Una vez leí en una revista, o vi en un reportaje (divino don de la memoria, que me permite casi siempre recordar el contenido, pero no el continente), que las serpientes, cada cierto tiempo, cambian la piel entera del cuerpo. A diferencia de los humanos, que la vamos cambiando celulita a celulita (aunque hay quien se opone francamente a ello, y se lija constantemente con cremas exfoliantes, que debe ser fatal para la teoría que expondré a continuación), las serpientes un día se salen de su piel, como quien se quita una camisa (es difícil imaginarse a una serpiente quitándose una camisa sin patas, pero yo me las imagino), y debajo tienen otra. A veces, incluso con dibujos diferentes. 
Es un poco asqueroso (sobre todo, imaginad la piel abandonada, como una gigantesca peladura del sol), pero significa que la naturaleza utiliza formas de renovación bastante radicales. Tal vez mis dis funcionalidades son más reptilianas que humanas, pero al menos, son naturales. 

Yo creo que ya he dejado muchas vidas atrás. Tengo la suerte de tener un almacén de secretos viviente en S, que lleva récord de esas vidas que voy dejando atrás, pero a veces, se me olvida que las he dejado, porque están muy atrás, como las pieles-camisa de años anteriores. Con dibujos que casi no reconozco, porque los ha borrado la lluvia. Aquellos dibujos y patrones que eran tan claros, que nunca pensé que se me fueran a olvidar: algunos eran como tatuajes... y sin embargo, allá quedaron, en aquellas vidas-pieles tiradas por el camino.

Cada una de esas vidas-pieles, va (iba) con sus correspondientes costumbres, con su círculo de amigos, con sus chistes privados; cada una de ellas con sus correspondientes cosas agradables que recordar y sus cosas desagradables que borrar de la memoria. Todas esas pieles surgieron una detrás de otra sobre mi humilde personita (que ni es humilde, ni hace mucho que puede ser calificada de personita, pero permitidme la licencia artística), a veces, una a causa de la otra, pero nunca en contacto. Sin embargo, a veces, se me rebela el orden natural de las cosas, y se me aparecen en la piel las cosas que ya debían haberse borrado. 

Y creedme, que es desasosegante mirarse al espejo y verse dibujos geométricos que una pensaba haber dejado atrás hace vidas y vidas. Durante el momento de sorpresa inicial, los compartimentos que deberían ser estancos, se abren, y me encuentro con que todo tipo de recuerdos fluyen libremente. Cuando el momento de shock pasa, me quedo inevitablemente con la sensación de que esa vida pasada, esa camisa de serpiente en realidad nunca la tuve puesta yo (que soy yo, ineqívoca, la de ahora, que escribe estas líneas), sino otra persona muy distinta. Y creo que no ando muy desencaminada, aunque siempre me queda la duda , como la sensación que se tiene al despertar de un sueño demasiado real.

Después de eso, no me queda sino admitir que todas mis pieles son producto de pieles anteriores, con sus cicatrices, y que después de esos momentos de zozobra, en mi recuerdo solo quedan las marcas de antiguas heridas, pero que esas heridas, ya no tienen ninguna importancia; lo que no mata, hace más fuerte. 

Yo no soy la estúpida que hizo el agradecimiento más absurdo de la historia, ni soy la chica vestida de verde que esperaba que llegaras con flores, ni soy la que supo y calló, ni soy la viajera que nunca recibió ni respuesta a una carta ni explicación por no haberla recibido, ni soy la que apostó su futuro a una carta y después no miró el resultado, ni soy la chica que vivía de sueños y conversaciones a medias, ni la que se hubiera conformado con que la noche no se terminase nunca. 

Yo, soy la misma a quien le brillaban los ojos con la voluntad de hacer lo que quisiera, aunque yo nunca haya visto el brillo. Yo soy quien escribe estas letras esta noche, y todo lo demás, son camisas-vidas-pieles pasadas que muy bien me habría podido contar una desconocida en el autobús. 

Da lo mismo cuantos fantasmas del pasado se aparezcan oliendo a huevos podridos... y si por la noche me quedo mirando al techo y pensando en ellos, será la voluntad la que me haga cerrar los ojos y dormirme con la conciencia tranquila, porque a pesar de todo, sólo son fantasmas apestosos, y pertenencen a una vida pasada y ajena. 

Lo importante, es que nadie se intente hacer unos zapatos con la piel de serpiente que gasto ahora...

Mi filosofía es que nadie intente hacerse unos zapatos con la piel que llevo ahora. Y si lo intentan, que se atengan a las consecuencias. 

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