Cinco nomeimportas y dos anuncios


No tuviste la decencia de irte con otra, para que yo pudiera sentirme mal comparándome con ella. O con él, ahora que está tan de moda lo de salir del armario. Para que yo tuviera una razón válida para enfadarme. Para que todo fuera prosaico, normal y yo pudiera despreciarlo porque formara parte de esa mediocridad que siempre he despreciado profundamente.

Pero esta noche, me da igual. De verdad, no me importa, porque lo importante no es el destino final, sino el camino que haces para llegar a él. Y porque esta es una noche de blues y de nomeimportas. No me importa si te duele, no me importa si es egoísta, no me importa si no tiene sentido, no me importa lo que pase después, no quiero escuchar más ni quiero saber más. No me importa, he tenido bastante. Sé que no vas a reaccionar, y no me importa.
¿Sabes? Hoy ha muerto el último ysi. La última mala hierba del jardín de flores, la última duda, la última nota discordante, el último color estridente. Hoy puedo acordarme sin sentirme culpable de todas las veces que no dijiste la palabra justa, de todas las veces que me mentí con tu indispensable ayuda, de todas las veces que bajaste la mirada cuando te miré a los ojos. Hoy puedo mirar la copa rota y disfrutar del sabor amargo ha tapado todo lo demás.
Ha muerto la última de todas las dudas.
Por fin.
Y yo, como una adicta, he vuelto a recaer a la menor mención. Y aquí estoy, mirando al infinito a través de la ventana, pensando en todas las cosas que antes me importaban, pero ya no me importan.

Se busca alma perdida. La última vez que la vieron, andaba detrás de un fuego fatuo en un bosque imposible. Debió perderse con los reflejos de colores, siempre le han llamado mucho la atención. Es un poco difícil de tratar, pero es cariñosa y responde cuando se la llama por su nombre.
"Ven, yo te cuidaré", dijo mientras la abrazaba hasta asfixiarla.

Hoy echo de menos a los duendes de los marcos de aluminio de las ventanas.
Hoy echo de menos la inmensidad de una noche llena de callejuelas.
Hoy echo de menos las palabras no pronunciadas, pero bien entendidas.
Me gustaría odiarte e ignorarte y alejarte de mi. Y sé que si me lo propongo, lo conseguiré, como todo lo que me propongo. Pero hoy no me importa conseguirlo o no, la verdad. Prefiero cerrar los ojos y bailar despacio y oír cómo la música resbala por el cristal de la ventana.


Se busca alguien sin dobleces, complicaciones ni ambigüedades, que sea capaz de entender la complejidad de la síntesis sin hacer que pierda su valor. Se busca alguien que haya leído mi poema favorito y lo entienda igual que yo. Se busca alguien que tenga la infinita paciencia de hacerme olvidar todas las estupideces que he cometido y que esté dispuesto a ayudarme a hacer tortilla de patatas en una isla griega si hace falta. O a ponerme los puntos sobre las íes y al final de las frases y a no fingir más que cuando sea absolutamente imprescindible. Se busca alguien con la extraña habilidad de hacer maravillosas las cosas normales y normales las maravillosas.
Se busca alguien que no seas tú, porque, ahora que lo pienso, tú no cumplías estos requisitos...

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