De la información


Ayer venía oyendo en la radio que han publicado un libro en el que se dice que la prensa es el cuarto poder... menudo hallazgo. No quiero ser escéptica, pero espero que el autor no vaya de innovador (por estos lares hay una increíble tendencia a inventar el agua tibia, como dicen; o el agua azucarada. En Europa, mucho más expeditivos, decimos la rueda), porque la idea no tiene nada de nueva. La prensa libre (que no la Prensa Libre, que es el periódico de mayor circulación de este mi país de acogida), puede ejercer como control de los otros tres poderes del Estado (y viceversa, imagino), así que es el cuarto poder.
Lo que nadie dice, son las condiciones necesarias para que esto se de. Es decir, ¿qué es una prensa libre? Y me perdonareis que ejerza de socióloga de pacotilla, pero es que conozco muy pocos medios de comunicación libres... y no es sólo por mi lugar de proveniencia, donde tienes que leer cuatro periódicos en papel, tres más en internet (o al revés), oír tres cadenas de radio y ver algún medio internacional para poder hacer siquiera una somera idea de lo que ha pasado. Eso, además con la sempiterna declaración como testigo cualificado de la vecina del quinto (porque entre todos, sabemos más que Dios).

Partamos desde lo ideal: lo ideal es un medio de comunicación en el que peridistas informados transmiten las noticias a su público de una manera lo más imparcial y detallada posible. La realidad es que los periodistas la mitad de las veces no saben de lo que están hablando, se limitan a repetir tópicos oídos hasta la saciedad (como por ejemplo que la inflación aumenta, lo cual es de todo punto imposible, señores periodistas, lo que aumenta, en todo caso, son los precios), y lo único que hacen es desinformar al público en cuestión. Y eso sin pensar en cuando desinforman a posta, que sucede más de lo que creemos.

La segunda condición (y esto lo explicaba también el insigne profesor de la radio ayer) consiste en la legitimidad: el periodista es legitimado para transmitir información por su público (que parece ser, sólo la obtiene a través de él (o ella, tengamos enfoque de género)), y a su vez, por eso la transmite... es como la pescadilla que se muerde la cola. Perdón, pero yo no legitimo a la gente que sale en las noticias diciendo que la inflación ha subido un 12%, porque es mentira. Y si me mienten con eso, que es tan fácil de comprobar con sólo mirar la RAE, qué no me dirán de astrofísica, campo en el cual me imagino que la RAE no ha metido tanto las narices todavía. De cuarto poder, nada. Más bien, cuarto estorbo.
Nos pasamos la vida echando la culpa al empredrado: que si la gente no lee, no ve más que el Gran Hermano en la tele, etc... pero vamos, que la oferta no se queda manca: noticias tergiversadas, dadas con un afán demagógico milnovecientosochentaycuatroero que da miedo, la más veces irrelevantes... y lo peor es que ya no lo hacen ni sutilmente, porque la gente es tan proterba (utilizando ese bonito insulto que D tuvo a bien enseñarme cuando nos conocimos), que ya le da lo mismo. Ve o lee el medio de comunicación que toque, de acuerdo con sus packs de creencias: por favor, yo soy rojo-ecologista-progresista-anarquista-feminista y activista... o yo soy fachoso-pijo-ultraconservador y antitodo. Claro, sin una opinión crítica, nunca tendremos buenos medios de comunicación; y sin medios de comunicación, tampoco podemos pretender que la masa de la gente tenga una opinión crítica.
Nos estamos convirtiendo en 1984, pero con menos gracia, porque no hay nadie que nos lo imponga: lo estamos pidiendo a gritos. Cuanto más veo la de derechos que no existen en este país, más rabia me da que la gente los tenga y no los ejerza. Borregos, nada más que borregos que nos merecemos lo que pase.

Y encima, lo único que me gusta de las noticias, que son las de agosto, no salen este año. Este año, nada de noticias marginales, escritas por amorosos becarios; sólo hay Olimpiadas, medalleros, invasiones rusas... y la noticia del año que son las brutales palizas (que no palizas brutales, al poner el adjetivo delante, somos más sensacionalistas, lo deben enseñar en tercero de periodismo) propinadas a inmigrantes de segunda generación. Y de la sustancia, mejor hablamos otro día, porque hoy estoy ya de suficiente mal humor con los medios de comunicación como para ponerme a hablar de tanto hijoputa que anda suelto.

Comentarios

S ha dicho que…
De astrofísica no puedo opinar, pero sí puedo hacerlo de tecnología médica. Y la experiencia que tengo es que el sensacionalismo llega a TODAS partes. Y aplicado a este tema, el sensacionalismo lo que genera es pánico, no gente que se llena la boca pensando que sabe de lo que está hablando (aunque de esto hay siempre, sea el tema que sea). He tenido que pasar por un par de zafarranchos de combate por el impacto de un par de noticias publicados en un diario de internet, y precisamente los que pagan el pato de esto son los pacientes y sus familiares. Porque un periódico tiene más credibilidad que el ingeniero de turno (o ingeniera, ejem) que esté al teléfono dando explicaciones de lo que ha sucedido en realidad y de lo que se ha inventado un estúpido redactor o su jefe. Por supuesto no se molestan en tapar sus mentiras en el cuerpo de la noticia, no, lo publican en un titular así de grande, para que de un vistazo y sin necesidad de tener mayor curiosidad, te vayas con la mentira puesta. Y todavía la excusa de la tergiversación será que lo adaptan para que la gente lo entienda o porque "al fin y al cabo, es lo mismo, ¿no?" (pues no!! es otra cosa, sencillamente, estás dando otra noticia que es mentira!! lo mismo podías contar esto que otra cosa, como por ejemplo... que te despertaste un día con superpoderes y has venido a defendernos del mal).

Y la reflexión que tú has hecho, yo me la planteaba a la inversa: si esto hacen con los comunicados de prensa y las entrevistas de temas técnicos (que no hay nada que interpretar, los datos te los dan, sólo tienes que transcribirlos), qué no harán con la política y la economía, que mueven más masas y que crean "opinión"... Como para fiarte.

Ahora tu reflexión me responde a mí... Sólo me queda decir: ¡A la hoguera!

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