Estamos en el futuro

Me encantan los grupos de facebook (y algunos estareís pensando: qué tienen que ver las churras con las merinas? Seguid leyendo). No sé si hay gente que trabaja poco, o que aprovecha cualquier idea sagaz que tiene para plasmarla en el mundo cibernético o simplemente que hay muchas chorradas de grupos y tengo amigos (del fb, que ya hablaremos sobre eso otro día) que los filtran por mí. El caso es que hay grupos muy buenos. Y como una es políglota y ve grupos en varios idimas, todavía se ríe más.
El caso es que hace poco ví uno que se llamaba: ¿Por qué estamos en 2010 y los coches no vuelan?
Y claro, me hizo gracia, porque estamos en el futuro. No importa que ahora las películas se sitúen más bien en el año 3000 y tal, porque hace veinte años, con la guerra fría y la destrucción inminente encima, nuestra imaginación se forjó con Regreso al futuro. Además entonces la humanidad tenía no sólo que sobrevivir a la amenaza del holocausto nuclear en cualquier momento, sino que tenía sobre su cabeza el cambio de milenio (que se produjo la nochevieja del 2000, no la del 1999, y estoy dispuesta a demostrarlo matemáticamente a quien haga falta!) y el efecto 2000 (que nos íbamos a morir todos...),etc... Toda una generación (o dos, porque nunca he sabido si el Arquitecto y yo éramos dos generaciones distintas o dos extremos de la misma generación) piensa, aunque sea abstractamente que "hoy, 16 de octubre de 2010" y 2010 como año, no son la misma cosa. Estamos en el futuro.
Y no hay coches voladores (que ya lo decía Jardiel Poncela, la realidad es el mejor instrumento para hacer reír).
Pero casi, señores, casi.

No sé si será porque me dedico a vivir en países donde hablar por teléfono (fijo) es un reto, o porque verdaderamente las ciencias avanzan a un ritmo alucinante, pero me parece increíble que ya haya ordenadores del tamaño que los hay, con la capacidad de procesar y almacenar datos que tienen; me parece fascinante que la mayor parte de mi trabajo diario, a pesar de que trabajo en una actividad patentemente tangible (si no, que se lo pregunten a los que se me quejan de las lentejas canadienses), está en una nube internet. Me parece alucinante que el otro día S me llamara desde un chisme que está a medias entre un teléfono y un ordenador, pero que le cabe en el bolso (y S no usa bolsos XL como los míos!) y que mi teléfono móvil con el que no siempre consigo pasar las llamadas, me de las coordenadas de donde estamos en medio del desierto. Y para colmo de sorpresas, el otro día leo que están probando los coches sin conductor (noñerías, lo del control de velocidad y lo del gps que te dice que gires donde hay un árbol tronchado por la tormenta de anoche), y que esperan tardar 8 años en sacarlos a la venta.


Y dentro de todo este futuro maravilloso, creo que es una vergüenza que sigamos sin resolver los problemas más elementales, pero no puedo evitar el sentimiento de asombro. Será que me hago mayor.

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