Ponerse al día

Por más que haga sesiones intensivas, no logro ponerme al día conmigo misma. No hay un buen equivalente en español para el verbo procastinate en inglés, aunque si tenemos la famosa frase: mejor lo dejo para mañana... no es cierto, lo que dejas para mañana (incluso aunque sea porque verdaderamente no tienes tiempo para hacerlo hoy), no lo harás. Da igual si tienes mucha o poca intención, siempre surge algo más urgente, más brillante, más nuevo.

Desde que tengo uso de razón habría querido días de 36 o 48 horas (menos los domingos, esos pueden tener 24, porque no me gustan demasiado). Pero creo que si me los dieran, los pediría de 56, así que no es ninguna solución. Me gustaría tener una brújula en la cabeza que me dijera de dónde van a venir los imprevistos hoy para esquivarlos y poder hacer todas esas cosas que se van quedando en un estrato de mi mente, que a falta de minería, se está solidificando y suelta perlas en mis sueños como nunca las ha soltado.

Ejemplo; sueño que estoy en España, de vacaciones, y mi máxima preocupación es que no recuerdo haber pasado por el aeropuerto de Argel (y mucho menos por el de Tindouf, que cada paso por este aeropuerto marca) ni haber hecho los documentos de viaje.

Eso soñando, así que ni os cuento cuando estoy despierta.
Con todas las vacaciones planeadas hasta quien sabe cuándo y sin pasar por casa por Navidad, faltando a la cita de El Almendro este año.

Ser multifuncional es una cualidad muy apreciada en Naciones Unidas. Eso quiere decir que el que quiere trabajar, se fríe de trabajo; hace lo que le gusta porque le gusta, y lo que no le gusta porque no lo hace nadie más, y hay que hacerlo para no hacer sólo trabajo agradable... porque el que es multifuncional, debe tener varias conciencias, además.

El otro día me escribía mi sucesor en mi antiguo puesto (me pregunto si mi antiguo jefe le da los mismos sustos que a mí, que después de dos años, aún seguía sobresaltándome cuando se abría la puerta de golpe; hasta que el pobre de mi exjefe acabó haciendo ruido aposta antes de abrir) y me dijo que mi archivo está ahí, ordenadito (espero que sirva de algo), y que todo el mundo habla con mucho cariño de mi, y de lo tarde que me quedaba a trabajar. Menos mal que añade que también se acuerdan de las charlas agradables (y yo que siempre me sentí borde rodeada de latinos hipermelosos)... si no, sería como para suicidarse.

Eso sí, seguro que no tienen a nadie que los fustigue con el látigo de la guardia de la lengua de Cervantes, a saber qué me andarán poniendo en los informes, porque nunca me dio tiempo a quitarles las malas manías lingüísticas, muchá.

Y ahora os dejo, voy a ver si saco fotos bonitas para mandárselas a mis ex colegas chapines, que vean por qué clase de arenas y piedras he cambiado las selvas impenetrables del país de la eterna primavera. Así, al menos me pongo al día con ellos.

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