La vie en rouge, en recherche du tailleur

El fin de semana pasado podemos decir que quedó suficientemente aprovechado en lo que a dimensión temporal atañe. O sea, que a pesar de que a última hora y debido a un rebrote intempestivo de rotavirus no fuimos a hacer le tour du lac (incluidas visitas a cafetales, una tirolina y paseo a caballo, sniff), nuestra pericia en planes de última hora nos permitió una visita cultural y turística a la Antigua (aún me quedan cosas por ver, por ejemplo, el mirador de la cruz, pero bueno), más sesión con fantasma en casa de la enfermita en la noche (pesadillas no incluidas).

Inciso
Situación: En casa de R siempre hay alguna visita (eso es hospitalidad y lo demás tontería), y la semana pasada, para no hacer excepción, había un chico español, A, que no se había quedado nunca. R tiene una perra, Lola, una cachorro de labrador rubia muy sociable.
Escena: Se abre el telón, R está sentada en el sofá, viendo la tele. A, entra en el salón desde la cocina y le pregunta a R:
A: ¿Cómo se llama tu perro?
R: Es perra, se llama Lola.
A se sienta a ver la tele también, y a los cinco minutos, Lola entra en el salón y se tumba en la alfombra (probablemente no a ver la tele, sino a mordisquear una zapatilla o algo).
A la mira y le dice a R: ¿y este perro cómo se llama?
R, extrañada: Es el mismo perro de antes, se llama Lola.
A, aún más extrañado: No, no, el perro que yo he visto en la cocina era de otro color...
La cámara se aleja de los personajes y se dirige a la puerta de la cocina, que permanece callada.
Fundido en negro.
Eso sumado a las puertas que se trancan solas y la puerta de entrada que se cierra... en fin.

Bueno, y después de ese día, el domingo decidimos que nos merecíamos un descanso y nos fuimos a la playa cual quinceañeros. Además de pasar un día estupendo, logré ponerme de un color rojo interesante (obviamente, no estaba preparada para bajar de fcator de protección), y tener una preciosa marca de gafas en la cara, estilo mapache, a juego con la espalda marcada por el bikini, estilo cebra. Considerando que hoy es viernes y aún me duelen los hombros, no está mal...
Llega un momento en el que cuando la gente cierra los ojitos y te dice: ¿tú has ido a la playa, verdad? deja de importarte parecer un mapache. Por otro lado, tienes la certeza de que por mucha crema hidratante que te eches, no evitarás pelarte y por lo tanto, las marcas mapacheras desaparecerán en tres o cuatro días.... Ah, qué lejos queda el fin de semana pasado y qué corto se me ha hecho el tiempo.
¡¡Si mañana es sábado!! ¡Y el domingo me voy de viaje!
En mi primer viaje internacional como personal UN y en mi estancia americana, que por otro lado me obliga a perderme la supermegarecepción a los españoles por la visita de los Reyes (ya me la contará mi compañera de piso), me voy a Panamá a un training... yuhu!!
Espero aprender un montón de cosas... y ver, al menos, el canal. No diré nada acerca de hacer compras ni nada de eso... Y los planes para Semana Santa vuelan en todas direcciones, en estos momentos se está barajando casi toda Centroamérica y México... ya veremos dónde acabamos, menos mal que tengo mi saco de dormir, y que como ya me he quemado, sólo necesito que en la playa en la que acabemos haya una palmera. ¡¡Y mi cámara de fotos!!

PS:
No se admiten más pedidos de sombreros, ya no me van a caber en la maleta.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Vaya, vaya... ¡qué post más "animal"! Que si mapaches, cebras, perros... (La de la Lola y su amigo a mí me da un poco de repelús, eh --es porque soy muy cagón; 26 años y aún no he ido a La casa del terror... y sin visos de que eso ocurra--).

Aprovecha tu visita a Panamá (te veo de sombrerera --loca?--) y, fueres donde fueres en Semana Santa... no te olvides la cámara!
Lilith ha dicho que…
¡Feliz no cumpleaños, a ti!
¿a mi?
¡a ti!
Pues anda que si te lo llegan a contar en persona... yo ya he prometido que no me quedo a dormir en casa de R, aunque tenga toda la pinta de ser un fantasma amable.
Lo de la casa del terror deberías remediarño mientras aún seas joven... yo la primera vez entré con nuestra común amiga S, y aún me estoy riendo del chiste del tomate. Ask her, ask her.
Anónimo ha dicho que…
¡La señorita S es una máquina de historietas y batallas varias, jaja!
Lilith ha dicho que…
Buff, no sabes.
Y lo mejor es que mientras te las cuenta, pone caras!!!
Anónimo ha dicho que…
Estoy llamando al teléfono de aludidos y no me lo coge nadie.

El chiste de los tomates es malo, pero en situaciones tales como la casa del terror, entre pasillos sombríos con olor a humedad... el chiste gana. Puede ser que las caras tengan algo que ver, pero bueno, poner cara de terror dentro de la casa del terror ante un tomate que... no, no voy a contar el chiste!! Venga, vale, el chiste es bueno.

Y yo no cuento batallas... aunque sí pongo alguna cara que otra. Lástima, si no, os contaba el chiste de los dos tomates que están en una nevera y le dice uno al otro...
Lilith ha dicho que…
El teléfono de aludidos... es que mi blog es alusivo, sobre todo el fondo de color granate es muy alusivo.
Pero en Semana Santa he dejado puesto el contestador automático.

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