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Lilith renovada, otra vez...

Os lo juro por Arturo, por Snoopy y por los super protas de super Crepúsculo (que yo tembién me lo he leído en plan fan fatal gracias a S). Os iba a contar otra de las cosas que me está marcando de la dimensión parelela, las locas aventuras de Air Algerie, y resulta que mi ordenador se plantó en seco y dijo: va a ser que no, bonita... así que aquí estoy, a domingo por la noche (habiendo trabajado, ya sabeis) instalando el msn y el skype todavía y sin haber contado el último capítulo de la batalla aérea de AA. Pero en breve, tened sólo un poco de paciencia. Eso sí, con el nuevo sistema operativo, como que esto se ve hasta más nítido, qué cosas...

Esos amigos con muchas patas

Además del Simpa y el perfil que está adquiriendo mi trabajo por estos lares, una de las cosas que me está marcando de la Dimensión Paralela son las cucarachas. Si, habéis leído bien las cucarachas. Como sé que preferireis no ver el espectáculo, no voy a colgar ninguna foto sobre el tema. Pero os aseguro que las cucarachas de este lugar no son normales: no dan asco, dan miedo! Yo ya tenía experiencia con los simpáticos bichitos, pero nunca pensé que iba a adquirir tanta. Una vez tuvimos una invasión en casa. Es lo peor, porque son persistentes y listas, las muy jodías. Esconden el nido (palabra que aplicada a los insectos me pone de punta el pelo de la nuca aunque lleve un moño apretado) y estás fastidiado, hermano. Si juntas suficiente fuerza de voluntad como para buscarlo, seguramente no lo vas a encontrar, pero como lo encuentres, prepárate. Aquella legendaria invasión en mi casa duró lo suficiente como para traumatizarnos (no puedo, aún cuando veo movimientos por el rabillo del ojo...

El Simpa

Mi chico es un sin papeles. Ya es hora de reconocerlo públicamente, porque después de seis meses de ir y venir, casi casi hemos perdido la esperanza de que deje de serlo... casi, porque es lo último que se pierde. En lo más profundo de mi ser, espero que esto acabe sólo siendo una de esas historias familiares que se cuentan para explicar un apodo. Porque tardar seis meses (o más!) en obtener un pasaporte, es una anécdota (o un drama, depende de como se mire) que bien merece un apodo que la recuerde de por vida. Como la del cuchillo del guerrillero serbio... ah, no, que esa era sólo para darle más interés a un buen cuchillo de cocina. Una de las cosas que se aprende en la Dimensión Paralela es la paciencia. Diría que se aprende rápido, pero no es verdad; entre otras cosas, porque sería un contrasentido. Además, si uno aprende rápido, no tiene ninguna gracia para los demás, que no disfrutan de los trompazos de uno. No obstante, siendo ya una ciudadana del mundo, una ha humildemente desa...

Argumentos

Me han dicho muchas veces que debería considerar dedicarme a escribir seriamente. No soy una persona que siga los consejos de los demás (aunque sí los escucho), pero esa sugerencia en concreto no me ha parecido nunca particularmente factible. Creo que ser escritor no consiste sólo tener cosas que decir y saber cómo decirlas de una manera que (agradable, graciosa, satírica o culta) transmita un valor especial a lo que se diga, sino además, tener la constancia de sentarse a escribirlas y la santa paciencia de dejárselas leer a otra persona y aguantar críticas. O sea, que lo llevo claro. No obstante, Filomenita me contó el otro día una experiencia esperanzadora sobre una escritora que utilizaba experiencias que ya tenía escritas desde su infancia para escibir sus novelas (si recuerdo el nombre o Filomenita tiene la cortesía os pondré un link), así que entre mis propósitos de otoño (porque mi año, como el curso escolar, en el fondo, empieza en otoño) cuento con poner el blog en modo recopi...

La casa por el tejado

Mi casa, como no podía ser de otra manera, no es una casa normal. Es una de esas que llegan unos señores, la apuñalan, la vacían y la rehacen entera por dentro, con complementos y adiciones y con garajes y trasteros. Dadas mis circunstancias personales, claramente no me paso a ver las evoluciones de la obra (o lo que se distingue dentro del pijama de malla en que la tienen metida) tan a menudo como me impulsaría a hacer mi neura controladora, pero tengo espías y causahabientes que se pasan a observar. El otro día sí que me pude pasar y noté, con alegría, que no sólo sigue colgada una bandera que debieron colgar durante/después del mundial, sino que además le han puesto ya su cubierta nueva con su tejitas y sus buhardillitas por las que se pasearán los gatos futuros. El resto de la casa sigue empijamada y casi no se distingue nada (aunque como en todas las obras, se oyen martillazos y máquina herramienta que trabaja), así que puedo extraer la conclusión de que mi casa la están empezando...

Aviones y pensamientos

Como veis, el tiempo libre me cunde y he vuelto a actualizar el blog... y además, estaba yo pensando que este blog sin aventuras es como una aceituna sin anchoa, un poco decepcionante... Ya sabeis, claro, que no es la falta de aventuras lo que me lleva a no escribir, porque de esas tengo muchas, producto de la conjunción entre el imán de sucesos bizarros que es mi persona y los lugares a los que me lleva mi trabajo (y todo, por culpa de la educación perniciosa que recibí en mi hogar). Y no sólo de aventuras, porque en este blog, cuyo propósito original se pierde en la noche de los tiempos (y ya puedo confesar, fue la pura envidia lo que me hizo abrirlo, imagino que si el Arquero llega a leer esto, me escribirá un mail furioso como el de la tortilla de patatas), también cuento neuras, decepciones, impresiones y hasta doy buenas noticias. O las daba. Pero en realidad, todo esto no es más que una clasificación de lo inclasificable (de esas que yo odiaba cuando estaba en la universidad), p...

Arreglar el mundo

Arreglar el mundo es, como criticar al prójimo, un deporte mucho más practicado que el fútbol. En los lugares en los que la sobremesa es una sana y practicada costumbre, claro, porque estas cosas, si no se hacen con el estómago lleno de comida (y/o con aderezo etílico) no tienen gracia. Yo creo que si el ajedrez es un deporte, estas animadas conversaciones delante de un mantel sucio y lleno de migas lo son todavía más, porque uno ejercita el cerebro buscando argumentos sobre todo, quema las calorías recién ingeridas haciendo gestos y aspavientos. Y como en la mayor parte de los deportes, el resultado es efímero; al final se pierden todos los participantes en la discusión sin que nadie tenga más o menos razón... hasta que alguien se levanta de la mesa y todo el mundo cambia de actividad: igual que un récord mundial dura hasta que alguien lo bate, lo que puede suceder diez segundos más tarde de haberlo logrado.