Vidas paralelas

A veces creo que me he debido confundir de vocación. O de vida, o algo. Pero el caso es que mi vida me gusta (nos ha fastidiado, dirán algunos!), vamos me encanta. Y mi trabajo me fascina, y se me da bien. Es sólo que cuando me descuido, a veces, me asaltan dudas feroces que me preguntan: pero, chata, tú estás segura de eso? O sea, que igual se te podía haber dado igual de bien otra cosa... Algo así como la canción del pirata de Sabina.

A pesar de que últimamente mucha gente ha comentado mi manera de tomar decisiones (que, lo reconozco, no tiene nada de ortodoxa), sé que no las tomo bien. Es una de las cosas que se me quedó de la carrera; con información imperfecta es muy difícil tomar las mejores decisiones. Conclusión, las tomo lo mejor que puedo dentro de mis parámetros, o sea, que las tomo deprisa. Porque no hay nada que me fastidie más que esperar.

Luego el otro factor importante ha sido la suerte, claro. Porque al final las cosas salen bien... yo siempre procuro que las que dependen de mi salgan lo mejor posible (hay quien lo llama perfeccionismo, hay quien lo llama cabezonería, estoy segura de que mis subordinados aquí lo llaman otra cosa, pero melapela), pero siempre se necesita que desde el otro lado también salgan bien. Y hasta ahora, bueno, siempre han salido razonablemente bien.

Así que podría haber salido pirata, o peor, podría haberme dedicado a la política, o podría haber sido cocinera profesional (porque amateur, ya lo soy en fin de semana), o, porqué no, escritora. A mí, lo que me gustaría es tener cuatro o cinco clones para poder hacer todas estas cosas a la vez. Sería estupendo si nos encontráramos (o encontrásemos) varias veces al año para intercambiar impresiones. A lo mejor es que en realidad ibamos a ser cuatrillizas y salí sólo yo (es mejor eso que pensar que tengo varias personalidades); al menos, cuando me asalta la duda, puedo escribir aquí.

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