Frases a medias

Antes creía que las frases que se quedan a medias se iban a alguna parte. Tal vez a algún misterioso mundo paralelo donde alguien las completaba y tenían consecuencias. Pero no, ahora estoy segura, las frases que se quedan a medias no se van a ninguna parte.

Las preguntas que no se formulan, las hipótesis que no se completan, los interrogantes que no se contestan, se quedan ahí, en medio del aire, se convierten en una materia pesada y se caen al suelo, haciendo un ruido sordo que despierta a los hablantes, para que acto seguido, pasen a otra cosa. Y la vida sigue, por un determinado camino y no por otro. Sin mirar atrás, porque los ysis son demasiado numerosos para considerarlos.

Sólo hay un número determinado de veces para hacer una pregunta, para dar una respuesta, para decir lo que nos pasa por la cabeza. Si no se hace, la oportunidad se queda mustia y reseca sin que se pueda revivir de ninguna manera, jalás.

Sin embargo, esto no me parece suficiente justificación para decirse carpe diem a cada ocasión y cambiar el destino come si niente fosse. A veces, la omisión es un acto voluntario; a veces hay una opción consciente de no terminar la frase a medias. A veces, se toma la decisión de transformar esa frase a medias en la materia de los sueños. Y así, nadie sabe nunca qué hubiera pasado si la frase se hubiera completado.


Me veo como a través de un cristal ahumado, tomando otra decisión, y con el mundo que comienza a girar vertiginosamente. Y entonces abro los ojos y veo que no ha pasado nada, y que el mundo siguen estando donde estaba y sigue su errática trayectoria.

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