Tres tazas de caldo

Porque cuanto más odia uno las cosas, más le caen encima.

Mi mayor fuente de stress en la impaciencia; me estresa tener que explicar las cosas mil veces, me estresa tener que esperar a que la gente haga cosas, me estresa tener que volver a hacer cosas que estarían bien hechas si lo hubiéramos hecho bien desde el principio (y de esas tres, os podeis imaginar que mi fuerte no es el trabajo en grupo y que el staff que superviso aprende rápido o se pasa la vida asustado), me estresa enormemente depender de los demás y esperar a que pasen cosas.

Y claro, la vida, que es irónica como ella sola, cuando no quieres caldo, te da tres tazas de caldo espesito y calentito (aunque como en mi caso, estés a más de 30 en otoño).

Parece que desde el mes de agosto se nos ha contagiado esta situación de limbo de la dimensión paralela: no hay papeles, no hay casa y no hay destino.

Son tres noticias enormes, y no sé si es que están esperando detrás de la esquina o qué. Después llegaran las tres juntas, corriendo y habrá que hacerlo todo deprisa y corriendo, sufriendo, como siempre (y por eso me estresa esperar), los efectos de los demás.

Ay, paciencia, qué virtud más cara.

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