Puzzle

Me gustan los puzzles. Lo que más me gusta de ellos es que las piezas tienen cada una su sitio; cuando las miras de cerca, te dicen una cosa (o muchas, depende) y cuando la colocas en el contexto, te dicen otra. A veces una sola pieza parece que encaja en varios lugares, pero en realidad, de la buena de verdad, sólo encaja en uno (mi sobrina seguramente discutiría esto, y tendría razón, porque en sus puzzles de princesas, las cosas no siempre son lo que parecen). Me gustan porque todas las piezas acaban bien por colocarse en alguna parte, con la suficiente paciencia y ojo de buen cubero. A veces faltan piezas, pero eso no me preocupa tanto, porque aunque soy bastante controladora, no soy obsesiva (todavía, seguro que todo se andará).

Me gusta entender las cosas, pero a su ritmo, me gusta ver las relaciones entre las cosas, entre las diferentes piezas, como una lína curva lleva a otra y cómo al lado de esta sombra me hace falta otra. Todas las cosas se relacionan unas con otras de una determinada manera. A veces las relaciones reales no son las que aparecen a simple vista, a veces hay que tener un poco de paciencia para ver qué es el borroncillo ese en la cabecita de la pieza.

Después de diez días de locura, algunas piezas empiezan a encontrar su lugar y empiezo a entender cosas. Es una sensación agradable, que me hace cosquillas en este cerebro racional mío. Empiezo a entender el contexto, y eso me agrada, porque no soporto esa sensación de ir como pollo sin cabeza, o como patito (me reservo si feo o no) recién salido del huevo que sigue la primera figura que tiene pinta de saber dónde va. Las cosas empiezan a encajar. Los colores blanco, azul y verde (!qué diferente de mi paisaje amarillo de siempre! Hasta los camellos son más peludos y tienen cara de ser más felices!) empiezan a ordenarse de una determinada manera y sospecho que dentro de quince días, manejaré sin problemas nombres nuevos con reminiscencias de la Guerra de las Galaxias.
Lo único que no encaja bien son, como siempre, los que necesitan nuestra ayuda.

Ahora sólo me queda acostumbrarme a ver la gente ir y venir de la piscina mientras trabajo. A eso, no sé si me voy a acostumbrar, la verdad.

PS: Igual no lo he dicho, pero creo que haber tomado mi primer café expreso en una semana ha ayudado a la claridad de mente que ha originado tanto el contenido como la forma de este post. Al que diga que la cafeína es mala.. prrrr.

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