Vacaciones


Y a lo mejor ahora me quedo con un palmo de narices, pero la verdad es que me da igual. Tres semanas de vacaciones (merecidas, creo que lo dijo hasta mi jefe), y mi vida con posibilidades de estar mucho más ordenada a comenzar no desde el primero de enero, sino desde el primero de agosto (o desde finales de julio). Si es que es verdad que la vida es lo que te pasa mientras tu intentas hacer otra cosa. De cuan fehacientemente lo intentas, depende que las cosas que te pasen sean más o menos surrealistas (aunque esto es una regla general con notables excepciones).
Que me lío, no era esto lo que yo pretendía decir.

De hecho, las cosas que decir se me agolpan en la cabeza, porque después del viaje de las vacaciones (que tal vez no será el mejor viaje, ni el más esperado, ni el mejor organizado, pero ha sido bastante bueno, la verdad, como esos días en que uno sale a tomarse una y vuelve con el sol, considerando si comprar o no churros para toda la familia, que aunque contenta de verlo volver, igual se cisca en todo por ser despertada a las ocho de la mañana en sábado, aún con tan agradable manjar), encima he estado leyendo, y ando con la inspiración amarrada a la cabeza. (Cada vez hago paréntesis más largos y con menos relación, me sé de una que debería leerse un buen manual de estilo, las recomendaciones serán bien recibidas).

La verdad, creo que este año, que tenía yo la espina de que iba a ser bueno, pasará a los archivos lilithianos como el año de quitarse pesos de encima (lo cual, viene a añadir una interesante parte literal al asunto quiere decir que me tengo que poner a dieta YA). No sé si me queda alguna remota y pasada historia que cerrar, pero después de solucionar problemas de relación humana, atar cabos y poner las cosas en su sitio, me siento como quien se sienta en el suelo del salón después de haber sacado todos los muebles y pintado las paredes. Cansada, pero satisfecha del resultado (y eso que creo que he dejado cada pared de un color).

Y las vacaciones, las sagradas vacaciones que hasta este año no había yo nunca entendido por qué son una cosa tan necesaria. No desconexión, porque seamos sinceros, que hay un par (o más) de cosas que me han seguido dando vueltas por la cabeza todos estos días, sino para al menos, recuperar el sentido del orden y la dimensión de las cosas, y para admitir que soy adicta al trabajo. Al menos, para coger aire, vamos. Que ya ni respiraba y no me había dado ni cuenta.
Otra cosa que he entendido (que en puridad, entendí casi en carne propia en El Salvador en mayo) es cómo la gente se ahoga en la playa... pero eso, es harina de otro costal, y a falta de foto espectacular de S en el momento exacto, creo que se quedará sin explicar. Moraleja: el mar es traicionero hasta con bandera verde, no digamos con la amarilla (y yo digo estas cosas, tranquilamente, tierra adentro).

Qué contar de las vacaciones... es difícil... y últimamente he contado tan pocas cosas... este viaje a Portugal, como decía, ha sido divertido, ha habido momentos estelares de todos los integrantes de la panda, y me atrevo a decir que no se han cortado tantos trajes como en anteriores ocasiones. Deja un buen recuerdo porque además, cierra un par de ciclos, que como las ruedas del calendario maya, giraban a distinto ritmo para ir a coincidir en el momento de cierre.

Las cosas que se quedan de recuerdo:
- El misterio del pez espada: qué es un peixe espada y por qué llaman espadarte al pez espada de toda la vida?
- Los indios que venden cosas por la calle, harían mejor en vender bocadillos, porque los españoles no compramos cosas de ésas (a pesar de los dos patos que se han venido en la maleta).
- Si tienes tabaco en la mesa, no puedes negar un cigarrillo sin que te echen una maldición gitana.
- No hay que fiarse de los ciegos que no son ciegos, incluso aunque no lo parezcan.
- El doble dedo es internacionalmente conocido, a pesar de que aún no sabemos si la rubia aquella era teutona, italianini o sólo paleta.
- Easyjet no es de fiar, creo que a la azafata aquella le dedicaré una entrada en exclusiva, porque marcó un antes y un después. Eso, y la faceta broncas de la Dispensadora de Drogas Legales. Tres horas de espera sin información en un aeropuerto le hinchan las narices al más pintado.

Dicho todo lo cual, obrigadA para con mis lectores, me despido para hacer tranquilamente la cuenta atrás de las verdaderas vacaciones, comprar los últimos aperos necesarios para la vida en el Nuevo Mundo (no me voy a ir sin pertrechar de jamón, como ustedes comprenderán) y terminar de lucir mi fantástico moreno por esta noche madrileña que no tiene parangón en el mundo entero. Se ponga NYC como se ponga.
PS: Por cierto, feliz día de Santiago a todos los afortunados.

Comentarios

S ha dicho que…
Creo que la imagen que mejor describe cómo me ahogaba en el mar es la de un gato dentro de la lavadora...
Lilith ha dicho que…
No quería entrar en detalles, pero ese bikini descolocado y lleno de arena...

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