Empieza el segundo round


Antes (cuando era pequeña), de verdad pensaba que los túneles que había dentro de la ciudad, conectaban de forma mágica dos lugares que en realidad en la superficie estaban muy muy lejos. Y el metro hacía poco más o menos lo mismo. Por eso existían dos realidades distintas en todas partes. El plano de la realidad real, que conectaba todos sus puntos de una manera continua, es decir, todos los sitios donde podías llegar andando normalmente, bajo los rayos del sol y demás inclemencias del tiempo; y el otro plano de la realidad, en la que las distancias espacio temporales se acortan y alargan inexplicablemente.
Desafortunadamente, después de años de estudio, han logrado que casi me convenza de que ni los túneles ni el metro tienen nada de mágico (aunque algo extraño deben tener, si no, léanse las aventuras y desventuras de los túneles de la M30, en los que curiosamente, hay cobertura de móvil mientras te mueves, pero no si estás parado, y en donde las radios cuentan noticias distintas de las que cuentan en la superficie). Pero solo lo han logrado a medias, porque nadie me ha demostrado ni siquiera me ha explicado satisfactoriamente que el tiempo no se dobla sobre si mismo cuando uno se sube en un avión.

Esta noche-mañana he cruzado el charco durmiendo plácidamente como duerme mi sobrinita (siempre que no se le escape el chupete, que aún no lo tiene dominado del todo, aunque está en ello). Bueno, casi, porque en un determinado momento, me he despertado porque se me había dormido la pierna derecha (o la izquierda, si no voy en el coche con alguien que tenga más problemas que yo con esto, siempre las confundo)… me ha fastidiado particularmente despertarme porque estaba teniendo un sueño raro, que podría estar relacionado con otro que tuve antes de ir a España. Si esto fuera una novela o una película, seguramente estaría relacionado. Pero yo diría que incluso mejor que esa explicación, y ante la imposibilidad (y el desinterés) de afirmar que estoy en una novela o una película, los dos sueños están directamente relacionados porque los dos los he soñado yo.

En realidad todo ha debido empezar desde otro sueño del cual no me acuerdo… pero de repente, estaba en un aeropuerto desconocido, pequeño y antiguo (o a lo mejor era conocido, grande y moderno). Yo viajaba a Guatemala (de dónde habré sacado una idea tan descabellada), y estaba facturando en un bar con pinta de club inglés (al más puro estilo Willy Fog). Estaba yo, igual que anoche cuando facturé, con Mi Muy Mejor Amigo, que en mi sueño, sin embargo, no tenía ojerillas ni carita de cansado. Entonces el azofaifo de facturación, muy parecido al de anoche (esto es obviamente una licencia artística, porque cualquiera que me conozca sabe que con lo mala fisonomista que soy, no me acordaría de ese chico así me amenazaran de muerte. De hecho, si me amenazaran, aún menos), con mi pasaporte en la mano, me decía: tienes un billete doble; puedes elegir entre ir a la realidad o creer que vas a la realidad. Te facturamos el equipaje directamente hasta el destino final. Curiosamente, aunque ahora lo he olvidado, en el sueño yo sabía perfectamente a lo que ese buen hombre se refería… pero cuando me he vuelto para comentar las posibilidades de la elección con Mi Muy Mejor Amigo, mi pierna dormida no ha aguantado más y me ha despertado, con mi consiguiente e instantánea confusión al ver que ya estaba en un avión, probablemente en medio del océano Atlántico.
Con la vana esperanza de seguir soñando lo mismo, he vuelto a cerrar con fuerza los ojos, pero no recuerdo nada más hasta que una voz en off ha tenido a bien anunciar que en una hora y media íbamos a llegar a México y nos iban a dar de desayunar…

Ir a la realidad o creer que vas.
Olvidar todos los sitios donde has estado, o ser feliz donde estás.


Dos señales que no sé muy bien que significan, pero algo significarán… mi cabecita críptica y retorcida se rebela ante su dueña y la tortura de forma lenta pero segura. ¿Y la tercera señal? Porque las señales siempre van de tres en tres, como las pruebas de los cuentos y como los estornudos. Seguramente será por cuestiones de equilibrio universal, pero sobre este tema será mejor que escriba otro post otro día.

Lo único que me queda del sueño es una extraña sensación de desasosiego. ¿Qué será lo que he elegido cuando le he dado al chico mi pasaporte?
Como dejaba caer muy sutilmente Mi Muy Mejor Amigo esta pasada noche, las consecuencias son en todo caso responsabilidad mía, que soy la que hace las maletas y se va sin la menor duda (o con ellas?) a quince mil kilómetros. Yo era joven y alocada entonces… lo cierto es que ha llegado el momento de dejar de seguir saltando de una rama a otra sin mirar. Probablemente, me dice mi maltrecho instinto, el primer paso sea empezar a mirar antes de saltar.

¿Toda esta gente que está pasando por delante de mi aquí en el aeropuerto, sabrá a dónde va? Y lo que es más importante, ¿sabrán de dónde vienen? Porque yo al menos tengo algo a qué agarrarme en medio de mi desasosiego, y es que sí sé de dónde vengo.

Y ahora la parte emotiva de verdad, y es que esta vez, subirme al avión me ha supuesto mucho más esfuerzo que en ningún viaje anterior. Quizá porque ya no soy tan joven y alocada. Pero ya estoy elaborando planes, no os preocupéis. Mañana será otro día.

La revisión de mis propósitos de Año Nuevo:
  • Estoy enamorada de mi trabajo, aunque como ya expliqué en otra ocasión, se pueden amar muchas cosas a la vez... I expect!!!!

  • Aún no he visto mucho de las Américas, pero sí he visto Guatemala. Y desde luego, mi visión del mundo ha cambiado notablemente. Si por mi fuera, haría obligatoria la estancia temporal en un país en desarrollo a todos los habitantes de países desarrollados.

  • Sigo indagando...


Mis propósitos de medio año:
  • Desfacer los entuertos por mi misma creados.

  • Tener la santa paciencia de organizarme y empezar a ser la persona ordenada que desde lo más profundo de mi alma me gustaría ser. Empezaremos por las comidas, aunque también podría empezar por mantener mi armario ordenado.

  • Nunca más ser tan tonta como para volver a romper una promesa aunque no la haya verbalizado.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Vaya, yo hace mucho que dejé de soñar (o de acordarme de los sueños; será que duermo muy poco --lo flipo con mis ojerones-- y me despierto siempre en la fase REM).
¿Sabes qué? Hace menos de una semana tuve que traducir para uno de mis trabajos el dicho "look before you leap"... y no me salía nada natural en castellano; lo entiendo perfectamente pero es algo que yo nunca hago (o, al menos, verbalizo). Y, mira tú por dónde, ahí estás tú con tu "mirar antes de saltar". ¿Señal por correspondencia? ;-) Es bueno cuestionarse los hábitos y querer echar raíces en alguna parte... ¡¡pero aún eres joven, coño!! ;-)
Lilith ha dicho que…
Hm...
¿Telepatía cequera?
Mirar antes de saltar sólo implica saber en qué clase de montón vas a caer (estiércol, hierbecita mullida, colchón hinchable, el fondo de una piscina vacía...), no no seguir saltando por el mundo cual canguro australiano.

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