El síndrome de Rebeca
Afortunadamente, lo que está claro es que semejante personaje, se merecía un síndrome por lo menos, si no dos o tres... y no sólo el nombre de una prenda de vestir, que por muy estilosa que sea, no la llevaba Rebeca, sino esa extraña y asustadiza protagonista de la cual no sabremos nunca el nombre.
Yo estoy casi convencida de que se llamaba Mary, que es el nombre standard de las angloparlantes.
Pero eso es otro asunto.
Una voz profunda.
Un gesto a medias.
Un problem solver.
El comentario inteligente que alguien estaba esperando.
Son siempre las mismas cosas, la verdad. Y pensar que nunca cambia, y que es tremendamente difíficil decidir qué es lo que no funciona. Y del otro lado, cuando el error quede al descubierto, ¿dónde se habrá ido el interés de cada historia?
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