Parole, parole, parole...
Me sorprendo de lo fácil que es volver a hacer las cosas que a uno le gustan... y yo que lo había dejado quién sabe por qué. Si a mi me encanta estudiar idiomas... recuerdo cuando hacer dos idiomas por la tarde era lo único que de verdad me gustaba de tood lo que hacía... Pensad que estoy enferma si me encantan los objetos directos, los objetos indirectos, pasiva, el vocabulario... es que simplemente me gusta. Me gusta saber cómo es que piensan las otras personas, porque los idiomas son una ventana a la forma de pensar de las personas. Me gusta estar ahí, escuchando las nuevas estructuras, y sintiendo como las neuronas se me ponen contentas por el ejercicio.
No lo echaba de menos oficialmente... pero me encuentro a gusto. Que sí, que me alegro de no haber hecho filología, claro. Porque mi amor por las palabras va más allá de la filología, la verdad. El lenguaje cambia constantemente, es sometido a maltrato y a mal uso constante, y a pesar de ello, no nos las hace pagar... las palabras no son malas per se, aunque la gente las use para decir mentiras.
Recuerdo cuando buscaba una palabra y me encontraba con otro montón por el camino. Y qué interesante es aprender palabras nuevas, y de dónde vienen, y por qué en un idioma ha evolucionado hacia un lugar, y en otro ha evolucionado en otra dirección...
Las palabras me ayudan a restablecer el orden en mi mente, como si repitiera un mantra...
gato, cattivo, cat, méchant...
soy, je suis, i am, sono, ich bin...
todo irá bien
tout ira bien
everything will be allright
tutto andara bene
alles wird gut...
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