Esa sensación

Recuerdo que Pilimindrina, que tenía un blog épico, de esos que seguías mordiendote las uñas como un culebrón, lo dejó porque había encontrado el amor verdadero. No por el mero hecho de haber encontrado el amor verdadero, sino más bien, porque una vez que lo había encontrado, ya no le salía de dentro ponerse a contar las historias con el mismo toque cínico y alejado con el que las contaba antes de encontrarlo.
Desde dentro, se ven las cosas de otra manera, digo yo.
Y eso que ella cifraba todos los nombres.
No sé si Pilimindrina, aquella científica empedernida, habrá vuelto a abrir otro blog, quizá hasta con su nombre verdadero. Pero entiendo por qué dejo de escribir.
No, no es porque he encontrado el amor verdadero que he dejado de publicar posts. Tranquilos.
Pero me acuerdo de ella.
Y encuentro una relación turbadora y extraña con el hecho de que me hayan invitado a una boda (a una de tantas este año, casualidades de la vida) de una persona con la que hace mucho que no me relacionaba.
Cuando uno encuentra en la vida lo que andaba buscando, lo sabe. Es la misma sensación que tienes cuando encuentras la falda que has imaginado, pero magnificada mil veces, un millón de veces, la misma sensación que cuando encuentras las llaves en el fondo de un bolsillo que ya habías revisado, la misma sensación de beber agua cuando tienes sed. Da igual lo que andaras buscando, cuando lo encuentras, lo sabes.
Y entonces, todo lo demás vuelve a su justo lugar en el universo, y la importancia de las cosas es nítida. Siento deciros, ahora estoy más convencida que nunca, que el que no sepa citar las cosas más importantes de su vida en cinco segundos, todavía no las ha encontrado. Mejor suerte la próxima vez.
Cuando te conformas con otra cosa, también es cierto, las cosas no tienen por qué ir bien, pero siempre quedan dudas traicioneras por todas partes, y uno intenta convencerse de que todo va bien. Y uno acaba invitando a su boda a personas a las que en realidad ya no conoce, si es que alguna vez llegó a conocerlas.
Prefiero la opción de Pilimindrina; prefiero que quien esté cerca, observe y quien no, se dedique a lo suyo.
El amor se basta, no necesita público para ser reconocido.
Y la vida, afortunadamente, no es una película de Meg Ryan.

Comentarios

kika... ha dicho que…
maravilloso post, Lil...

besos y magia,
K
S ha dicho que…
Me recuerda a una cosas que decíamos en nuestras interminables cartas: ¿por qué siempre nos da por escribir cuando hay algo que nos perturba y no cuando nos sentimos plenos y felices?
Al final nuestras cartas eran kilos de pensamientos tormentosos... Estoy pensando que cuando empezamos a escribirnos, con una hoja de cuaderno tamaño cuadrilla nos valía, y todo lo que nos decíamos era:

Querida Irene:
Estoy escribiendo en una hoja que no es de mi cuaderno y con un boli que no es mío.
El otro día soñé contigo. David nos perseguía en el recreo porque nos quería subir la falda.
Tengo un montón de cosas que contarte.
Vesos,
Sara

Y esto es una prueba de que, aunque el destino nos había separado, entonces, éramos felices.

Por cierto, no he recibido tu carta :(
Anónimo ha dicho que…
no puedo mas que estar de acuerdo con el post y con lo que ha comentado S arriba....me estaba ahora preguntando xq solo acudo a tu post en ciertas ocasiones... y es que siempre de alguna manera u otra encuentro respuesta/inspiracion....etc.no se algo!!GRACIAS
Lilith ha dicho que…
Anónimo no sé quien eres, pero de nada, my pleasure!

Entradas populares de este blog

Una semana más

Un plan perfecto

Empieza el segundo round