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Mostrando entradas de octubre, 2009

Se acabaron los tiempos de las mandarinas

La última etapa se cerró con el último clic de la última ficha que encajó en su lugar, dejándome en medio de la vida, como si me hubiera quedado en medio de la autopista, a salvo, en la franjita de hierba deprimida, pero viendo los coches pasar a toda velocidad a los dos lados. De eso hace mucho. Cuando el miedo llama a la puerta, el estómago baja diez grados de temperatura, y eso activa un sistema de piloto automático que ignora los sentimientos (o los desentimientos) y sigue el instinto de conservación. Digamos que tengo suerte, porque el mío siempre me lleva en la buena dirección (aunque siempre tengo miedo de que me acabe pasando algo estilo película de los hermanos Cohen). Después de meses y meses de piloto automático, y de vida en un mundo paralelo, el otro día encontré un punto de coincidencia con mi vida anterior (con una de mis muchas vidas anteriores: no aquella en la que era pescador de perlas, sino una más reciente). Estamos en la época de las mandarinas. Mientras las dejab

En sueños

Lo he soñado todas las noches de mi vida, aunque la mayoría de ellas no me acuerde. Es fácil hacer de nostradamus a toro pasado y decir; si estaba claro, significaba esto. No, no lo sabía, nadie hubiera podido saberlo. Hay niñas que sueñan con castillos de cuento de hadas llenos de príncipes azules; yo sólo quiero que me traigas la cabeza del dragón. Hay chicas que sueñan con el rebelde del instituto, que ladea la cabeza mientras charla con sus amigos y se escapa de las hora de clase, yo sólo quiero que sonrías con ese aire de golfo que pones cuando piensas que no estoy mirando. Hay mujeres que sueñan con el hombre perfecto, que salen en las revistas, que es simpático, empático, nada dogmático, un poco telemático y casi nunca automático... yo sólo quiero que me mires sin saber qué decir cuando piensas que estoy guapa esta mañana. Mi sueño todavía no ha pasado, pero tengo la sensación de que un día pasará, segundo a segundo como yo lo recuerdo.Tengo la terrible sensación de que he elegi

Ponerse al día

Por más que haga sesiones intensivas, no logro ponerme al día conmigo misma. No hay un buen equivalente en español para el verbo procastinate en inglés, aunque si tenemos la famosa frase: mejor lo dejo para mañana... no es cierto, lo que dejas para mañana ( incluso aunque sea porque verdaderamente no tienes tiempo para hacerlo hoy ), no lo harás. Da igual si tienes mucha o poca intención, siempre surge algo más urgente, más brillante, más nuevo. Desde que tengo uso de razón habría querido días de 36 o 48 horas (menos los domingos, esos pueden tener 24, porque no me gustan demasiado). Pero creo que si me los dieran, los pediría de 56, así que no es ninguna solución. Me gustaría tener una brújula en la cabeza que me dijera de dónde van a venir los imprevistos hoy para esquivarlos y poder hacer todas esas cosas que se van quedando en un estrato de mi mente, que a falta de minería, se está solidificando y suelta perlas en mis sueños como nunca las ha soltado. Ejemplo; sueño que estoy en E

Esa sensación

Recuerdo que Pilimindrina, que tenía un blog épico, de esos que seguías mordiendote las uñas como un culebrón, lo dejó porque había encontrado el amor verdadero. No por el mero hecho de haber encontrado el amor verdadero, sino más bien, porque una vez que lo había encontrado, ya no le salía de dentro ponerse a contar las historias con el mismo toque cínico y alejado con el que las contaba antes de encontrarlo. Desde dentro, se ven las cosas de otra manera, digo yo. Y eso que ella cifraba todos los nombres. No sé si Pilimindrina, aquella científica empedernida, habrá vuelto a abrir otro blog, quizá hasta con su nombre verdadero. Pero entiendo por qué dejo de escribir. No, no es porque he encontrado el amor verdadero que he dejado de publicar posts. Tranquilos. Pero me acuerdo de ella. Y encuentro una relación turbadora y extraña con el hecho de que me hayan invitado a una boda (a una de tantas este año, casualidades de la vida) de una persona con la que hace mucho que no me relacionaba.

Como un cine de verano

En la pantalla se quedó el "proximamente en sus pantallas".. que nunca llegó, como un cine de verano, que siempre da la sensación de lo efímero, aunque ahora los hagan mucho más tecnificados que antes y las pantallas no sean paredes blancas (o verdes, si es en el frontón). Y nunca llegué a contaros el por qué de las frases... la única referencia que me viene a la memoria es; no, no hacen sólo 44 grados aunque lo marque el termómetro, hacen muchísimos más a la sombre, porque al sol nadie quiere ponerse. Así que no me preguntéis por qué no estoy morena. No hay que ponerse al sol (y yo en eso siempre he sido muy buena!). Y dos meses después sigue sin poder pararse al sol, aunque ya se puede respirar por la noche. Aunque octubre es el mes de las moscas. Moscas tontas, de esas que duran dos días y nunca llegan a aprender a esquivar a los torpes y lentísimos humanos, moscas pequeñitas, zumbonas de las que te caen el el agua o en el refresco y te fastidian sin sacar nada a cambio. M